Otra gran derrota

Otra gran derrota

Un optimista presidente Obama se comprometió a retirar de Afganistán todas sus tropas antes de diciembre de 2014 dadas las victorias obtenidas por las  tropas estadounidenses. Sin embargo, ahora nos enteramos en el periódico The Washington Post que se reanudarían las conversaciones de Estados Unidos con los Talibanes.

Sorprendido, no pude menos que preguntarme: ¿La Casa Blanca va a negociar con aquellos a quienes dicen cada día que están derrotando abrumadoramente? Reflexioné por instantes tratando de entender cómo es posible que quien dice estar venciendo en el campo de batalla busque conversaciones con el derrotado inminente. Más difícil de entender aún cuando se trata del imperio más poderoso de la humanidad. ¿No sería más recomendable vencerlos y ya? Entonces recordé que Estados Unidos tiene casi once años inmerso en el atolladero de Afganistán y, como en otras ocasiones, la primera víctima de la guerra ha sido la verdad. No ha valido que su propia comunidad de Inteligencia haya opinado que eso no sería posible dada la intensa resistencia de los talibanes y la profunda crisis económica que sufre Estados Unidos.

El Post de la capital estadounidense aclaró, además, que esas conversaciones habían sido iniciadas bajo el más estricto secreto el año pasado a través del diplomático Marc Grossman. Y una vez más confirmamos como mito que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sea la que ocupa Afganistán. Es Estados Unidos, con el general John Allen, de los Marines, quien encabeza y dirige esta agresión. Esto queda también confirmado porque los talibanes, desde una posición de aparente fuerza, se niegan a aceptar otro interlocutor que no sea Estados Unidos. O lo que es lo mismo decir, conversarían sólo con los representantes de la Casa Blanca.

Y luce ser grande la influencia de los negociadores del talibán sobre Estados Unidos ya que lograron recientemente la excarcelación de cinco de sus miembros encerrados en el infierno de Guantánamo y que fueron transferidos a un cómodo arresto domiciliario en Qatar. Las apariencias llevan a pensar que Estados Unidos no las tiene todas consigo en Afganistán y que anda buscando lo que el presidente Richard Nixon llamó durante las postrimerías de la guerra de Vietnam: “una paz con honor”.

Y eso nos lleva a recordar la experiencia del sudeste asiático, 44 años atrás para entender los intentos de negociación sobre Afganistán. A partir del 29 de enero de 1968 el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur (FNL) desarrolló tan vigorosos ataque simultáneo contra las tropas invasoras de Estados Unidos que le dio un vuelco total a aquel conflicto.

A partir de la ofensiva del Tet, año nuevo lunar, el pueblo estadounidense acabó de convencerse de que nunca podrían sus tropas expedicionarias ganar aquella guerra. No era sólo por los numerosos cadáveres de jóvenes que a diario se producían, sino que la economía de Estados Unidos se desplomaba estrepitosamente. Y entonces se iniciaron las conversaciones de paz en París entre los vietnamitas y los estadounidenses. Pero la guerra continuó y el dólar se devaluó violentamente cuando Nixon desconoció el acuerdo de Breton Woods que establecía el precio de la onza de oro en 35 dólares. En pocos meses el metal precioso llegaría a cotizarse a 800 dólares la onza y luego a más.

El pueblo vietnamita venció entonces al ejército más poderoso del mundo y el pueblo estadounidense logró sacar de la Casa Blanca al Presidente más tramposo y corrupto de su historia: Richard Nixon.

Las conversaciones de paz en París fueron entonces una vitrina en la cual Estados Unidos quedó identificado como el criminal agresor que siempre ha sido. Mientras, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur continuó sus avances hasta que el 30 de abril de 1975, los funcionarios estadounidenses en Saigón huyeron despavoridos para alcanzar algunos helicópteros que pudieron posarse sobre el techo de su embajada.

Afganistán parece que no será menos que eso. De ahí que las pesadillas abunden en Washington y las imágenes de los Huey rescatando funcionarios por el techo de la embajada en Kabul se reproduzcan en algunas mentes que no quieren admitir otra gran derrota como la que se dio en Vietnam en 1975.

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