Otra gran idea de los que nos
trajeron la guerra de Irak

<p>Otra gran idea de los que nos<br/>trajeron la guerra de Irak</p>

POR GIDEON RACHMAN
El país está desarrollando armas de destrucción masiva; su líder que es un nuevo Hitler; tiene conexiones con los terroristas; se está acabando el tiempo; la contención ha fracasado; tenemos que dar el golpe antes que sea demasiado tarde.

Si usted piensa que ya oyó esto antes, tiene toda la razón. Los argumentos para un ataque a Irán son casi exactamente los mismos de los que se compusieron para atacar a Irak. Las personas que preparan el caso tampoco han cambiado.

Ester es James Woosely, un ex director de la CIA, hablando en una conferencia el mes pasado sobre Mamoud Amadinejad, el presidente de Irán, y su alegato para barrer a Israel del mapa: “Hitler hablada en serio cuando expresó que quería exterminar a los judíos. Quedó claro en Mein Kampf. Tenemos que tomar en serio lo que personas como Amadinejad y otros dicen a sus propios seguidores. Ellos no mienten; están exponiendo sus objetivos verdaderos”.

Y esto es lo que dijo Woolsey en la televisión de Estados Unidos en 2003: “Saddam suena demasiado, con respeto a los 250 millones de persona, más o menos, del mundo árabe, a como sonaba Hitler antes de la Segunda Guerra Mundial, con respecto a Europa. Los partidos BAAS realmente son partidos fascistas; son antisemitas, al igual que aquellos; son fascistas”.

Y este es el resumen oficial de comentarios hechos en la misma conferencia en Israel el mes pasado, por Richard Perle, un ex funcionario del Pentágono: “Con armas nucleares, Irán es capaz de usarlas en sus redes terroristas par facilitar el daño. El problema es del momento y la inteligencia. Usted no se puede permitir esperar hasta tener todas las pruebas”.

Una vez más, esto no es otra cosa que volver a tocar la misma melodía favorita. Al parecer en la televisión estadounidense en febrero de 2003, Perle dijo: “Vamos a llegar al acuerdo de que Saddam Hussein tenía esas armas y que es perfectamente capaz de transferirlas a al-Qaeda”. Perle recalcó la urgencia del problema: “Existe una amenaza y creo que es inminente”.

Newt Ginrich, un candidato probable para la nominación republicana para las elecciones del año próximo y miembro del Consejo de Política de Defensa del pentágono alegó solo el mes pasado que “EEUU debe tener como un objetivo explícito el cambio de régimen en Irán” porque Irán es “el apoyo principal del terrorismo en el mundo”. En 2002, Gingrich escribió: “La cuestión no es si debemos reemplazar a Saddam. La cuestión es si debemos esperar hasta que Saddam le entregue las armas biológicas, químicas y nucleares a los terroristas”.

Las personas que defienden un ataque a Irán alegan que los esfuerzos de contención están fallando. Dijeron lo mismo sobre Irak. Ya en 1997, William Kristol, editor de The Weekly Standard alegaba que: “En lugar de tratar de contener a Saddam, una estrategia que ha fracasado, nuestra política debe apuntar ahora a sacarlo del poder”. Nueve años más tarde, Kristol estaba instando a dar un golpe militar contra las instalaciones iraníes y exigiendo retóricamente: “¿Alguien cree se va a poder parar a un Irán con capacidad nuclear?”

Dick Cheney, el vicepresidente de EEUU fue uno de los defensores más entusiastas de un ataque a Irak y también es uno de los halcones líderes sobre el tema de Irán. En 2002 dijo a los Veteranos de Guerras Extranjeras de EEUU que “no hay dudas de que Saddam Hussein tiene ya armas de destrucción masiva” y vinculó a Saddam con el terrorismo. Este mes, el vicepresidente estaba alertando que un irán nuclear sería particularmente peligroso debido a la “historia de padrinazgo de las organizaciones terroristas” de ese país.

Por supuesto, solo porque alguien haya estado catastróficamente equivocado antes eso no significa que siempre se va a equivocar en lo adelante. Hasta el que gritó “¡Ahí viene el lobo!” fue reivindicado al final.

Tal como se está produciendo, las pruebas de que Irán están desarrollando armas de destrucción masiva son mucho más firmes que lo que ocurrió en el caso de Irak. La endeble presentación de Colin Powell a las Naciones Unidas del programa de armas de destrucción masiva de Saddam fue una vergüenza. En contraste, indudablemente Irán sí tiene un programa nuclear activo -la ONU acaba de informar que planea tener lista una instalación de enriquecimiento de uranio a gran escala en mayo.

A partir de ese punto, los estimados sobre el tiempo que podría tomarle a Irán desarrollar la bomba varían de 18 meses a 10 años. Al proteger a Hizbolá en el Líbano y Hamas en Palestina, Irán está obviamente acelerando los problemas en el Oriente Medio -mucho más activamente, en realidad, de lo que lo hacía Saddam antes de la invasión de Irak en 2003.

Los defensores de un golpe a Irán también pudieran señalar que nadie, en esta ocasión, está defendiendo una invasión en escala total, ni una ocupación a largo plazo. La idea sería destruir las instalaciones nucleares de Irán mediante el potencial aéreo, aunque cualquier campaña de bombardeos pudiera durar varias semanas.

Podría ser posible realizar una defensa del plan de un golpe aéreo en Irán si se pudiera, de alguna forma, borrar de la memoria el desastre de Irak. Pero esa amnesia ni es posible, ni deseable. Hay lecciones valiosas que aprender del caso Irak. “La “inteligencia”, a veces, es  poco confiable en gran medida.

Hablar de un “nuevo Hitler” es un truco retórico gastado que debería desaparecer. Las acciones militares que parecen explícitas cuando se lanzan tienen el desagradable hábito de desarrollarse de maneras inesperadas. (El hecho concreto de que las tropas estadounidenses y sus aliados estén en Irak y Afganistán incrementa la posibilidad de una escalda impredecible). Y EEUU y sus aliados pagan un precio enorme de capital político por todo el mundo cada vez que recurren a la fuerza -en particular, si el uso del poder militar es “preventivo”.

El hecho de que los neo-conservadores y sus aliados se sientan impolutos ante su fracaso en Irak no significa que el resto del mundo deba ser tan permisivo. Después de todo, estas personas pidieron positivamente ser juzgados por los resultados de la guerra en Irak.

En un editorial notablemente pulcro sobre la guerra con Irak, los editores de The Weekly Standard escribieron: “La guerra en sí misma dejará en claro quién tuvo razón y quién se equivocó sobre las armas de destrucción masiva”. Está bien, sin dudas. Y terminaron con un frivolidad:  “La historia y la realidad van a pesar, y estamos simplemente inclinados a aprender de ellas y dejar que nos den su veredicto”. Pues bien, muchachos, el veredicto ya viene por ahí, y no parece bueno.

En la mayoría de las profesiones, un historial de fracasos cuenta en su contra. Los arquitectos cuyos edificios se vienen abajo y los médicos que incapacitan a sus pacientes tienden a sufrir algún tipo de consecuencia. Las mismas reglas deben aplicarse a las personas que defienden guerras catastróficas. Echen un vistazo a las que están defendiendo un ataque a Irán; valoren su historial -y corran rápido en dirección opuesta.
VERSION IVAN PEREZ CARRION

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