Otra reforma financiera mundial

Otra reforma financiera mundial

Los Acuerdos  Bretton Woods siempre han sido un tema básico en la Cumbre G-20. Estos acuerdos no son más que unas resoluciones de las Naciones Unidas que se realizaron en el complejo hotelero de Bretton Woods (Nuevo Hampshire) en 1944, estableciendo allí las reglas que regirían las relaciones comerciales y financieras de los países más industrializados del mundo.

De allí se desprenden también la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y el uso del dólar como moneda internacional. De esa reforma financiera mundial se afirmó el derecho de todas las naciones a igual acceso al comercio y a las materias primas. De este modo, la Conferencia de Bretton Woods (conformada con 44 naciones) representó la culminación de años de luchas y planes para la vital reconstrucción de la posguerra. Sin embargo, aunque las nuevas cumbres mundiales siguen centrándose en cómo “potenciar el crecimiento”, hoy día preocupa sobremanera la vertiginosa velocidad a la que ha ido aumentando el déficit público en muchas economías y el implacable castigo en que los mercados tienen a los países más endeudados.

Estados Unidos surgió de la Segunda Guerra Mundial como la economía más fuerte del mundo, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. Así, como se estimaba entonces que un retorno de la paz podría traer consigo una depresión económica parecida a la de los años 30 (sobre todo por el fin de la producción de armamentos), el presidente Franklin D. Roosevelt pensó que la creación de un orden económico de posguerra sería una manera de garantizar la prosperidad norteamericana. Ya sabemos que ello provocó décadas con tasas de crecimiento casi inigualables. Pero hoy, el mundo ha cambiado mucho. Como ha manifestado el presidente Barak Obama, Europa ha sido reconstruida y China y la India son hoy potencias. Por ello, lo que ahora se enfatiza es la necesidad de acelerar el ajuste de las cuentas públicas. Y que la intervención de los gobiernos se limite a los estímulos fiscales (planes de inversión pública, subsidios, recortes de impuestos) y a promover expansiones de liquidez. Aun así, el mundo debate cómo seguir creciendo y cuál y de qué forma debería ser la nueva reforma financiera mundial.

El “viejo orden”.  El objetivo esencial del sistema de Bretton Woods fue encaminar un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con un tipo de cambio sólido y estable basado en el dominio del dólar. Para ello se adoptó un patrón oro-divisas, en el que EE.UU. debía mantener el precio del oro en US$35 por onza. Al mantenerse fijo el precio de una moneda (el dólar), los demás países deberían fijar el precio de sus monedas con relación a aquella y, de ser necesario, intervenir dentro de los mercados cambiarios con el fin de mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1%.

De esta manera, a partir del sistema de Bretton Woods, cuando los países tenían déficits en las cuentas de sus balanzas de pagos, debían financiarlos a través del uso de las reservas internacionales o mediante el otorgamiento de los préstamos que les pudiera conceder el FMI. No obstante, a finales de los años 60, cuando  EE.UU. comenzaba a aplicar políticas fiscales expansivas, motivadas básicamente por el gasto bélico provocado por la guerra en Vietnam y por la salida de recursos financieros producto de su inversión en el exterior, la cobertura de oro de los EEUU pasó del 55 al 22% y propició que en 1971  tratara de resolver sus necesidades financieras imprimiendo dinero, dejando por eso que el dólar perdiera el respaldo de sus reservas de oro. Las dudas acerca de su convertibilidad en oro y el alto déficit externo de Estados Unidos provocaron presiones especulativas en la economía mundial en espera de una devaluación del dólar frente al oro, provocando una gran fuga de capitales de EE.UU. Los bancos centrales europeos intentaron convertir sus reservas de dólares en oro, creando una situación insostenible para EE.UU. Ante ello, en 1971 el presidente  Richard Nixon suspendió unilateral y discrecionalmente la convertibilidad del dólar en oro y durante esos años el dólar inició su ascendente proceso de devaluación. A partir de entonces las tasas de cambio ya no eran el principal método usado por los gobiernos para administrar la política monetaria, principalmente debido a la resistencia a continuar importando la inflación estadounidense a través de los tipos de cambio fijos. Estos acontecimientos marcaron el fin del régimen de Bretton Woods.

El “nuevo orden”.  Hoy la recuperación de la economía mundial es “frágil” y “desigual” y el nivel de desempleo se mantiene en niveles inaceptables en varios países. Pero con todo y eso, al parecer ya no habrá más estímulos fiscales para reactivar la economía.

Según el comunicado final de la cuarta cumbre del G-20 en 2010, el recorte del déficit público se ha impuesto como prioridad, primero en Europa, y ahora en todos los países industrializados. Advierte   que “hay un riesgo de que el ajuste fiscal sincronizado de varias economías pueda tener un impacto adverso en la recuperación”. Enfatiza que ese riesgo se compara con aquel que tendría lugar si fracasa la necesaria consolidación de las cuentas públicas donde sea necesario y, debido a ello, se obstaculice el crecimiento económico. Así, como se trata de una postura conjunta que encierra visiones diferentes, la reducción del déficit deberá hacerse en función de las circunstancias y al ritmo de cada país.

El G-20 argumenta además que es necesario recuperar un margen presupuestario para poder responder a posibles “nuevas crisis” y a los retos que impone “el envejecimiento de la población”. Por estos riesgos, los países industrializados deberán comprometerse a “al menos, reducir a la mitad sus déficits públicos en 2013 y empezar a reducir el peso de la deuda pública en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) a partir de 2016”. El FMI estima que en esa fecha la deuda pública de los países avanzados del G-20 habrá alcanzado el 117% del PIB conjunto, frente al 80% de 2007. Se sabe ya que los países de la UE han puesto en marcha planes para recortar el déficit público hasta el 3% del PIB en el año 2013, partiendo de niveles que superan en todos los casos el 8%. 

La cifra

4.6% es la tasa de crecimiento  esperada de la economía mundial para 2010, según  estima el FMI. Para este año, se espera que los Estados Unidos crezcan a una tasa de -2.4% a +3.3% y la zona Euro crezca de una tasa de -4.1% a +1.0%.

Zoom

Impulso a reforma 

Si el G-20 estrenó en la Cumbre de Toronto la etiqueta de “principal foro para cooperación económica internacional”, el llamado Consejo de Estabilidad Financiera (que aúna a bancos centrales, reguladores, autoridades nacionales y asociaciones internacionales de supervisión) presentó un informe en el que analiza los asuntos pendientes que deben resolverse en la cumbre de Corea del Sur, en  noviembre. Así, el G-20 deja para dicha cumbre los compromisos pendientes en la reforma financiera mundial o las reformas a las que deberá someterse el FMI. También los líderes de países ricos y emergentes buscan una vez más concluir la Ronda de Doha, un acuerdo comercial mundial que se negocia desde hace nueve años. Por último, los líderes del G-20 confirmaron que la cumbre de 2011 se desarrollará en Francia y que habrá otra reunión en 2012, esta vez en México.

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