Es parte de un círculo vicioso la situación que se ha presentado en Dajabón porque las autoridades dominicanas impiden que retornen al territorio nacional miles de haitianos que viajaron a su país para pasar la Navidad con sus familiares. La mayoría de estos ciudadanos, que dicen trabajar en la República Dominicana, son indocumentados que lograron colarse de este lado en busca de trabajo por medio de las redes de tráfico humano que operan a ambos lados de la frontera.
República Dominicana y Haití son dos Estados soberanos que se rigen por sus respectivas leyes. Ambos, en base a sus leyes, anteponen requisitos que deben cumplir las personas que aspiren a ingresar a sus territorios. Nadie puede pretender, entonces, que el Estado dominicano permita el ingreso de personas que carezcan de la documentación que exigen nuestras leyes. Pedirle a nuestras autoridades migratorias que violen las leyes del país es la manera más absurda y demagógica de hacer causa común con los haitianos.
El círculo vicioso existe porque ambos Estados no han dado los pasos necesarios para acordar reglas de contratación de mano de obra, como parte de un convenio de intercambio comercial provechoso para ambos. Mientras tanto, que las autoridades de Migración apliquen la ley que regula el ingreso de extranjeros al territorio nacional.
Padres con muy malas notas
El asueto con motivo de los festejos navideños concluyó y la docencia debió reanudarse a plenitud el lunes, pero el ausentismo de estudiantes frustró esos propósitos. Es una situación contradictoria, pues se da cuando el Estado hace los mayores esfuerzos por satisfacer la demanda de los ciudadanos por mejor educación para sus hijos y para lo que está destinando el 4% del PIB en este sector tan sensible e importante.
Más que culpar a los muchachos por la comprensible rebeldía ante un asueto que termina, nos inclinamos por creer que hay muchos padres que sacan malas calificaciones en la tarea de encaminar correctamente a sus hijos, pues se quedan como si tal cosa cuando éstos deciden no acudir a clases. Lo correcto sería motivarlos para que aprovechen al máximo la oportunidad de beneficiarse, con su asistencia a las escuelas, del esfuerzo que por primera vez se hace por más y mejor educación.