Como el danilismo tiene la coartada perfecta, la unificación de las elecciones municipales con las congresionales y presidenciales, para intentar rehabilitar al presidente Danilo Medina para el 2024, con lo que evitaría su prematura jubilación política y la consecuente entrega del control del PLD al expresidente Leonel Fernández, lo lógico es que la aproveche, sobre todo si tiene además el tiempo en contra. Y es que pocos son los que se atreven a discutir la conveniencia de volver a juntar las elecciones, tanto por el significativo ahorro que supone para el Estado y los contribuyentes como por las perturbaciones políticas e institucionales  que también nos ahorraríamos, y puede apostarse a que  en la medida en que pasen los días se ampliará   el coro de sectores y personalidades que lo favorecen. De hecho, ya podemos leer en los periódicos  que en los próximos días se espera la  introducción al Congreso Nacional del proyecto de ley que buscaría modificar la Constitución para, precisamente, unificar las elecciones, y de ñapa habilitar al presidente Medina ¿O sería más apropiado decir que  es al revés, que la prioridad es la habilitación del mandatario  y la unificación la ñapa, el dulce caramelo con el que se pretende hacer digerible un nuevo intento de modificar la Carta Magna? Los legisladores leonelistas, que parecen ser la única oposición visible y significativa a ese propósito,  rechazan que se le ponga  un solo dedo  encima antes de que se celebren las primarias del 6 de octubre, aunque sea para habilitar al presidente Medina, en cuyo caso deberá ser fruto  de un gran pacto social y que la modificación contemple otros aspectos. Pero como para el danilismo, como dije al principio, se trata de un asunto de vida o muerte, preparémonos para ver otra vez al Congreso Nacional  convertido  en un campo de batalla donde la única víctima será la Constitución, ese manoseado y ultrajado pedazo de papel.