Cuando publique El Solsticio de Loma Miranda, Falcondo (Hoy, mayo 29) no podía imaginar, que estuviera tan cerca de esa verdad. Presentía quizás, con Silvio, que la era está pariendo un corazón. Pero había lugar para abrazar reservas, no sentirse radicalmente optimista: Loma Miranda no se negocia. Algo faltaba. A pesar de los estudios e investigaciones realizados por la Academia de Ciencias, las múltiples razones científicas, económicas y sociales no refutadas, la actitud decidida y responsable de senadores y diputados del Congreso encabezados por el senador Euclides Sánchez, autor del proyecto que crea el Parque Nacional Loma Miranda como área protegida, la solidaridad del Obispo de la Vega, Monseñor Camilo, la Resolución del Ayuntamiento, el respaldo de la sociedad civil y grupos comprometidos en redes sociales por esa causa, sin olvidar lo prescrito en el Art. 67 de la Constitución de la República que ordena al Estado prevenir la contaminación, proteger y mantener el medio ambiente en provecho de presentes y futuras generaciones, a pesar de todo persistían razones valederas para no pecar de ingenuo, no dejarse arrastrar por falsos espejismos, en un país donde Coca, mandó la ley.
El informe de los expertos del PNUD contratados por el Gobierno Dominicano que rechaza por insuficiente e incompleto el estudio ambientalista de Xtrata Nickel, supuestamente realizado con rigurosidad técnico y científica por empresas consultoras de reconocida capacidad y reputación internacional, dejaba abierto un ventanal: la posibilidad de que ese estudio fuera corrigiendo sus fallas, ajustado a las normas internacionales. Brecha suficiente para que el Ministerio de Medio Ambiente, se refiriera en términos ambiguos y dubitativos, y Xtrata Nickel, que había avanzado su retiro, recapacitara prometiendo nuevos estudios con mejores augurios.
En sociedades como la nuestra, de tanta iniquidad y desequilibrio económico y social, es difícil que la voluntad popular se respete. Vivir en democracia, regido por un Estado Social de Derecho, donde el rigor de la Ley se aplique igual para todo el que la viole, gobernantes y gobernados, sin privilegios ni discriminaciones abusivas, es una utopía que tiene muy alto costo. Requiere de una sociedad compacta, educada en valores ciudadanos, que nos obligue a ser mejores, comenzando por uno mismo, si queremos vivir dignamente y tener mejores gobernantes.
Entonces, ¿qué ha pasado en ese breve lapso que hace vibrar la esperanza con ribetes de certeza? El pasado domingo fue celebrado el VIII Congreso Ambientalista organizado por la Cooperativa de la Vega Real, con la asistencia de más de 800 personas, dirigentes comunitarios y lugareños amalgamados en una multitud altiva y disciplinada, enlazadas en un propósito común: Proteger el medio ambiente, la no contaminación: ¡loma Miranda no se negocia! , firmemente decidida a defenderla a cualquier precio. Tantas voluntades juntas, me hizo pensar en una frase del premio Nobel Joseph Stigletz: Quienes toman las decisiones y adoptan medidas son las personas y ellas deberían asumir las responsabilidades de sus actos. Y vi a un pueblo decidido a jugarse el todo por el todo. Fue como si finalmente la era estuviera pariendo un corazón rebosante de amor, amante de la vida y de la Naturaleza. Un corazón necesario.