Otra vez, los mismos damnificados

Otra vez, los mismos damnificados

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
Los más pobres siempre son los que más sufren, cada vez que hay cualquier calamidad, y eso no es sólo aquí sino en todas partes, como en Nueva Orleáns. Y en las sociedades más o menos bien organizadas, ciertas entidades estatales y otras privadas, así como los propios ciudadanos más favorecidos por la fortuna, auxilian de una u otra manera a las víctimas de ciclones, inundaciones y otras tragedias similares.

Esa solidaridad es más imprescindible cuando los pueblos son pobres, como es el caso dominicano. Pero en medio de las desgracias, cada vez que ocurren, aquí surgen siempre las mismas voces, como las plañideras de alquiler de ciertos entierros, que repiten las mismas gastadas y absurdas frases: “Miren a ver qué van a hacer con nosotros”, ó “lo que queremos es que nos saquen de aquí”, ó “al gobierno que nos ayude y nos dé casas nuevas”.

Ayer, al ver el Noticiero Mundo Visión, del canal 9, volví a oír el mismo coro, esta vez en boca de los damnificados vividores de la zona La Barquita, a orillas del Ozama en Santo Domingo.

 Pero, al tiempo que se despachaban con sus quejas y “declaraciones” a los reporteros de TV, ¿qué cree usted que hacían esos hombres y mujeres? ¿Afanar reparando sus casuchas? ¿Limpiar los escombros? ¿Prepararse para cazar a los cocodrilos que se dice han escogido vivir en el Ozama? ¿Empacar para irse al sitio desde donde vinieron? Pues no, estos patriotas estaban tomando cervezas y jugando dominó, como si a su alrededor su propio entorno no les estuviera pidiendo a gritos que comiencen a hacer por sí mismos lo que desvergonzadamente piden que otros hagan por ellos.

 Con lo que valen varias cervezas, pueden comprarse un martillo y varias libras de clavos. Y para jugar dominó se requiere una inteligencia mínima que debe alcanzar para entender que construir una casucha sobre la orilla misma de un río es una estupidez, que no la justifican la pobreza y la falta de empleo, puesto que antes de llegar a esa ribera tan peligrosa, esa gente salió de algún otro lugar. Pero asumamos que la pobreza, el desempleo o la estupidez justifiquen esta indolente temeridad: ¿es que vivimos en una jungla sin leyes? ¿Por qué, si como esa misma gente dijo en el reportaje de TV, hace apenas un mes fueron evacuados de allí cuando la tormenta Noel, Olga las agarra en idéntica situación? ¿Es que la Policía, el Ayuntamiento y las demás autoridades son incapaces de hacer cumplir las leyes, las disposiciones urbanas de sentido común?

 Me parecen deleznables los intentos de la oposición de capitalizar políticamente las situaciones que las inclemencias del clima han causado. Seguramente ha habido errores, como quizás el desagüe precipitado de la Presa de Taveras en Santiago. Se trata de metidas de pata que pudieron pasarle al PRD, al PRSC o a cualquiera, pues pese a su apodo de “comesolos”, el PLD no posee un monopolio sobre la disparatología criolla. Pero lo que sí pudiera reclamársele a estas autoridades, es que pocas semanas después de Noel, tras gallaretear muchísimo acerca de cómo impedirían (¡porque prohibidos están!) nuevos asentamientos como los de La Barquita, el país vea repetirse el mismo prevenible drama fluvial.

 Ojalá las autoridades acaben de entender que a la gente que “vive” a orillas de Ozama hay que sacarlas de ahí. Premiar su audaz indolencia, regalándoles apartamentos como piden, no procede; sino montarlos en un camión con sus tereques, y devolverlos a su punto de origen. Allí, la mano piadosa y poderosa del Estado podría ofrecerles madera y cinc, cemento y bloques, y que ellos pongan su mano de obra, para tener casa.

 Mientras violar la ley cogiéndose tierra ajena, bajo la excusa de ser “padres de familia”, sea un deporte impune, que en vez de castigo merezca premios como ocurre ahora, ¿cómo podremos lograr una nación organizada, donde el Estado y las leyes protejan a los pobres de su propia temeridad? Mi propuesta suena difícil, quizás extemporánea por la campaña política, pero mucho peor será ignorar el problema, porque por sí mismo nunca se arreglará.

j.baez@codetel.net.do

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