Otra vez Moca, en junio

Otra vez Moca, en junio

DARÍO BENCOSME BAEZ
Esta semana pasada se ha cumplido el cincuentenario de la erección, en Moca (1956), del nuevo templo sustituto del antiguo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, que es el nombre de una de las dos parroquias del municipio. Un programa para la conmemoración del histórico hecho irá siendo desarrollado a lo largo del año aniversario, que ha comenzado el miércoles 8 con tres misas solemnes, en horario apropiado, presididas por los obispos titulares de las diócesis regionales cercanas. Celebraciones de diversa naturaleza, incluyendo actos cívicos y culturales se programan para los meses siguientes, según vayan siendo completadas algunas acciones de restauración o mantenimiento a ser impulsadas por el personal salesiano a cargo de la parroquia y por el Patronato que desde hace varios años realiza un efectivo servicio auxiliar para la conservación material de la obra, legado de nuestro siempre bien recordado padre Antonio Flores.

El viejo templo sustituido en 1956 no era suficiente en capacidad física para albergar todos las dependencias ordinariamente anejas a la administración de una parroquia, a más de los comedores y habitaciones de los religiosos y el personal, los cuales se encontraban separados, al frente, calle Morillo de por medio en su trayecto final, en locales propios o tomados en alquiler; esta circunstancia, así como la conveniencia de proveer a la nueva obra de una perspectiva apropiada para su mejor apreciación visual determinaron la ampliación del área general de construcción proyectada en el primer boceto del diseño; el cierre del tramo de calle señalado, y la integración de templo y jardín que ahora exhibe el conjunto, con el sacrificio de una manzana completa de la ciudad, que fue necesario derruir, seguramente con las indemnizaciones o adquisiciones de lugar. Lo que es ahora jardín frontal del templo, estaba entonces lleno de casas. Fue una costosa pero feliz solución a la limitación inicial de espacio, idea tal vez sugerida por el profesional encargado del diseño, el arquitecto Joaquín Ruiz Castillo, capitaleño de residencia pero vinculado a Moca por lazos de familia. Con ello se realzaba además la buena ubicación topográfica del monumento, el cual ocupa el extremo Este del denominado en las viejas crónicas Alto de la Ferrera, altozano o simple relieve del terreno que se levanta ligeramente en el límite Sur de la llana ciudad vieja.

Aunque aparentemente el padre Flores tenía ya concebida para el mes de junio de 1946 la idea del nuevo templo, la razón inmediata de la auspiciosa acogida y éxito del proyecto fue un puro azar: la ocurrencia del fuerte terremoto de agosto de ese año, que afectó todo el territorio nacional y arruinó aquí la indicada antigua iglesia. La visión emprendedora y energética del R. P. Antonio Flores, sacerdote mexicano que se encontraba desde 1945 y continuó por años al mando de la parroquia -acompañado de competentes religiosos o hermanos coadjutores en la Congregación Salesiana-, conquistó al católico pueblo mocano para la aventura de la ambiciosa obra, casi una verdadera basílica, reavivada la fe de la gente al conjuro del temor de Dios que suelen provocar las fuerzas incontroladas de la naturaleza. Diez años tomó el empeño, con la generalidad de la población colaborando y participando activamente en la materialización de la colectiva obra, unos con más, otros con lo que se pudo. De las vacaciones de verano de ese año inicial (1946) fueron ofrendadas por el suscrito, voluntariamente, junto a decenas de compañeros adolescentes del campo, varones y hembras, muchas tardes o mañanas, para arrimar el hombro y acarrear tamaños sacos o cajas llenas de piedra, cascajo o arena y llevarlos hasta las camionetas o animales de carga que trasladarían el material desde las orillas del río Cacique, a la altura de Las Lagunas, hasta el lugar de la construcción, a varios kilómetros de distancia; esto, como un simple ejemplo de la común acogida popular al proyecto.

Lo demás es historia. El monumental templo se yergue señero en el horizonte de la ahora más amplia ciudad, conservando en su interior valiosos vitrales, relieves y grupos escultóricos sacros, entre ellos un notable vía-crucis, elementos todos traídos entonces de Italia, escogidos por religiosos entendidos en arte. Y, lo más importante, el pueblo da amplia vida efectiva al recinto, a esta acogedora casa de oración. En otro aspecto, el Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús, su nombre oficial, se ha tornado desde hace tiempo, junto al viejo Viaducto epónimo de la ciudad, en el más conocido símbolo urbano de la provincia, un ícono de la mejor arquitectura cibaeña vinculada a la Iglesia Católica.

Ahora, mantengámosnos atentos a las celebraciones del Cincuentenario, pongamos en ello nuestro orgullo de mocanos. Y dispongámosnos también, porque se necesita todavía, a arrimar el hombro y contribuir materialmente a las acciones de restauración parcial arriba mencionadas, en manos del Patronato, en el que descuellan incansables Rafael García, presidente, Betty Lister de Comprés, tesorera, y sus otros compañeros de la directiva. Lo agradecerá el pueblo todo, y en particular el hombre-bujía del empeño, el párroco Teófilo Castillo, cabeza de los Salesianos esta vez. Animémosnos, alleguemos el testimonio de nuestra presencia próxima a los actos del programa según vayan siendo anunciados en especifico. Ahí deberemos darnos un abrazo todos, mocanos de Moca, mocanos no residentes, mocanos del exterior; funcionarios mocanos del gobierno o la legislatura, y todos igualados como simples ciudadanos de a pie.

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