Otras incidencias de la noche del golpe a Bosch y días posteriores

Otras incidencias de la noche del golpe a Bosch y días posteriores

SEGUNDA PARTE
Las revelaciones de Sacha Volman
En torno a los acontecimientos, actores y testigos de nuestro devenir histórico, y muy especialmente en su etapa contemporánea, persisten aún un sinnúmero de enigmas; zonas grises que precisan ser iluminadas a base de paciente y metódica labor historiográfica.
Es una tarea titánica en este país nuestro donde en tantas ocasiones el prejuicio ha suplantado el rigor, el interés particular o de coyuntura ha sepultado la verdad y donde adentrarse en los hechos con intención sincera de explicarlos y comprenderlos -misión esencial de la ciencia histórica- asemeja a caminar por un túnel oscuro auxiliado de una luz mortecina.
¿Qué estuvo en la cabeza de los militares golpistas la madrugada del 25 de septiembre de 1963 con relación al destino y la integridad del Presidente Bosch, rehén inerme de sus oscuros designios autoritarios en aquellas horas angustiosas y sombrías? ¿Cuáles hilos ocultos se movieron, tanto en el país como en el exterior, en procura de protegerle ante los temores plausibles de que lo peor pudiera ocurrirle?
A este respecto resultan muy esclarecedoras las revelaciones de un testigo singular de aquellos momentos excepcionales: Sacha Volman. Su relación tan cercana con don Juan lo llevó a convertirse en su principal confidente político y en uno de sus más eficaces valedores en procura de imprimir rigor y coherencia a su efímera gestión de gobierno asumiendo la dirección del Centro Interamericano de Estudios Económicos y Sociales ( CIDES).
Sobre Sacha y su papel en los acontecimientos que se sucedieron en el país a la caída de Trujillo es preciso investigar y escribir más. Fue él, por ejemplo, quien enviado por Bosch vino al país, disfrazado de periodista, a entrevistarse con Balaguer a la caída de Trujillo a fines de procurar los arreglos políticos y las garantías necesarias para la llegada de la misión del PRD encabezada por Miolán, Silfa y Castillo el 5 de julio de 1961.

En la ocasión baste decir que Volman se propuso escribir sus memorias, siendo de lamentar que las mismas no fueran terminadas y publicadas antes de su muerte.
Gracias, no obstante, al invaluable aporte intelectual de obras como la de don Cándido Gerón en su libro ¿Fue Sacha Volman un agente de la CIA? Editora Centenario, Santo Domingo, 2008, se conocen sus delicadas gestiones, no del todo reconocidas ni justipreciadas aún, en favor de la preservación de la integridad física de Don Juan ya en manos de los militares.
Otros destacados autores como es el caso Bernardo Vega, Miguel Guerrero, Eliades Acosta, el cineasta René Fortunato, por sólo citar algunos, han contribuido en mucho a develar las complejas incidencias del golpe.
Conforme las revelaciones de Sacha Volman, reseñadas por Gerón, el día 26 de septiembre entró en contacto vía telefónica con el líder puertorriqueño Luis Muñoz Marín recabando su disposición de ofrecerle hospitalidad al amigo y Presidente derrocado, siendo inmediatamente afirmativa la respuesta de don Luis, quien puso a disposición el avión presidencial para trasladarle junto a su familia hasta “La Fortaleza”, la residencia del gobernador. Sabemos que después la modalidad de traslado a Guadalupe se hizo de forma más discreta.
Refiere Volman que llamó también a Washington a don Santiago Polanco Abréu, quien a la sazón era el presidente de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, a fines de solicitar su intervención en favor de la protección de la vida del presidente Bosch.
El 27, refiere Volman, estableció contacto con John Plank, exdirector de Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado a fines de explicarle que los mlitares habían llevado a cabo el derrocamiento de Bosch, siendo su mayor preocupación el destino incierto en torno a lo que pudiera ocurrirle.
Plank reveló a Volman que esa misma mañana había conversado con Field Havilan Jr., quien se había desempeñado como director de Estudios de Política Extranjera del Departamento de Estado y quien le había confirmado que las órdenes que tenían los militares golpistas era garantizar la vida de Bosch.
Las relevaciones de Volman son sugerentes en torno a las profundas contradicciones existentes entre el equipo de Kennedy con relación al golpe a Bosch. Cita el caso de David Kraslow, para quien el golpe tenía una cierta justificación dado que, según su criterio, no había cumplido con la promesa de atender a las necesidades económicas y la incompetencia”.
En contraposición a lo expresado por Kraslow, cita la opinión de Richard Phillips, quien en aquel periodo se desempeñaba como Director de la Oficina de Prensa del Departamento de Estado y quien era del parecer que “todo derrocamiento de un gobierno democrático elegido constituía una pérdida para la política del hemisferio, inclusive para la República Dominicana”.
Tales declaraciones, refiere Volman: “reafirmaron en ese momento mi convicción de que “tumbar una dictadura es muy fácil, pero instalar una democracia resulta difícil”.
En la noche del 26 de septiembre Volman se reunió también con el Nuncio Enmanuelle Clarizio, a quien describe como un “hombre de un humanismo y una espiritualidad poco conocida en el mundo religioso” a quien externó su alta preocupación respecto a la vida de Bosch, inquietud que, según confiesa, el enviado papal compartió con él plenamente.
Clarizio preguntó a Volman: ¿Y en qué puedo yo ayudar? a lo que Volman contesta:
“Que usted se comunique con el general Victor Elby Viñas Román y le solicite que le garantice la vida a Bosch y que le envíen a un país escogido por él”.
Refiere que ante su pedimento, monseñor Clarizio llamó al despacho presidencial del Palacio Nacional, lo que había hecho en otras ocasiones, dado que solía hablar con frecuencia con el presidente Bosch, a quien consideraba su gran amigo.
Clarizio Trataba de comunicarse con el general Víctor Elby Viñas Román o con el coronel Elias Wessin y Wessin, insistiendo por más de media hora en vano. Ya cuando se disponía a despedirse, sonó el teléfono, que Clarizio se apresuró a tomar preguntando al general Viñas que cómo se encontraba Bosch.
“General, puedo contar con su inestimable promesa- escuché que le dijo Monseñor al general Viñas Román”, refiere Volman. Entonces, dijo Clarizio: “Que la voluntad del Señor os inspire e ilumine para que puedan encontrar una solución satisfactoria para todos. Sobre todo para el país que es a quien nos debemos. Que el Señor os bendiga a todos”.
Esa misma noche, ya un poco más tranquilo, refiere Volman que salió a reunirse con Juan Casasnovas Garrido, a la sazón presidente del Senado, con el Lic. Jacobo Majluta, en la residencia del señor Thompson, quien era en ese entonces ejecutivo de la Compañía de Teléfonos.
Lleno de ansiedad, en vela, esperó al comienzo del día 28 para comunicarse con su amigo el embajador y director de la Comisión US- Puerto Rico Ben Stephansky, quien se mostró altamente sorprendido por la hora tan temprana en que se producía su llamada. No dejó que Volman avanzara en el ´propósito de contactarle, expresándole de inmediato: “ya todo está arreglado”.
Volman manifestó no comprender a qué se refería, respondiendo Stephansky: “El Presidente Bosch- me respondió- prefiere que sea el gobernador Luis Muñoz Marín el que lo reciba”.

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