Otras sorpresas en la XXlll Bienal

Otras sorpresas en la XXlll Bienal

POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Luego de conceder los premios y galardones reglamentarios, el Jurado de Premiación de la XXlll Bienal Nacional de Artes Visuales, integrado por el  fotógrafo dominicano Domingo Batista, el artista argentino Leopoldo Malear, el arquitecto dominicano Gustavo Moré, José Manuel Noceda, curador de la Bienal de La Habana, y Kevin Power, reconocido catedrático y curador británico nacionalizado español, quien además ha sido subdirector del Museo Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, España, procedió a la entrega de algunos premios especiales a una serie de obras que contribuyeron de manera significativa a la calidad y a la trascendencia de la última edición del máximo evento de las artes plásticas y visuales nacionales. 

Ciertamente, la gran sorpresa de la XXlll Bienal Nacional de Artes Visuales fue la entrega del Gran Premio a “Ni aquí ni allá”/“Ñaque” y “Miedo”, video tríptico de Ignacio Alcántara, en el que este joven artista aborda los efectos del proceso migratorio y de la transmutación cultural que experimenta la sociedad dominicana de la actualidad.

Sin embargo,  una sorpresa todavía mayor fue la “Mención de Honor” que el Jurado de Premiación concedió al tríptico de José García Cordero titulado: “Perros lambones y funcionarios felices (La Jauría)”, pues resulta que esta pintura estremecedora fue recibida a unanimidad como una de las obras más incisivas e implicantes de todas las que participaron en el certamen.

El rigor formal, la plenitud de contenidos objetivos, la ironía demoledora, el humor cáustico, el desenmascaramiento de los siniestros personajes que representa esta pintura -y la misma trayectoria profesional de su autor-, hicieron pensar a muchos que se merecía el Gran Premio o, por lo menos, el Premio en su categoría.

 En pintura, otras sorpresas notables fueron las participaciones de Danilo de los Santos, con “Fulana Putarum”, trabajo provocador en el que utiliza pintura industrial y collage sobre cartón piedra y con “Propuestas para una galería de maestros”, políptico atinado y reactivo en el que rinde merecido homenaje a los maestros forjadores de nuestra modernidad artística, tales como Gilberto Hernández Ortega, José Gausachs, Paúl Giudicelli, Silvano Lora, Eligio Pichardo, Jaime Colson, Clara Ledesma y Darío Suro. Pero, sorprendentemente efectivos en la pintura también acudieron al evento artistas como el cubano residente Eleomar Puente (“Talk”); Raúl Recio y Marcos Lora Read (“Pueblo, 1965-2005); Juan Mayí (“Configuración Sígnica”); Elvis Avilés (“La Cena del Clon 1”); José Sejo (“La Ultima Cena”); Inés Tolentino (“Consumo, luego Éxito”); Gerard Ellis (“En Ciudad juguete” y “Vaca Sagrada”) y Luisa Dueñas (“Planos para una Isla Perfecta”).

Definitivamente, la pintura estuvo muy bien representada en la XXlll Bienal Nacional de Artes Visuales. Esto se confirma con los trabajos seleccionados de Ezequiel Taveras, Rosario Rivera Bond, Jesús Desangles, Genaro Phillips, Susan Mézquita,  Lucía Méndez, Pérsida Martínez, Melvis Matos, Eridelvis López, Wilson Abreu, Evelyn Lima Rivas, Marcia Guerrero, Aridio García, Ney Díaz H, Máximo Caminero, Alejandro Asencio, Eduard Severino, Jovanny Silberberg y Watson Pablov, quien recibió una de las menciones especiales del jurado por su obra “Muchos son los que fueron, pero pocos los que llegaron”.

Como se sabe, en la categoría de Instalaciones, el Premio fue concedido a Jorge Pineda, por su “Serie me voy al sur” y las menciones de honor fueron para Quisqueya Henríquez (“Intertextualidad”) y Johnny Bonnelly (“La Edad del Agua”), pero, como ya hemos señalado, a estas obras premiadas hay que agregar una serie de instalaciones que nos permitieron percibir la vitalidad, la creatividad y la profunda carga reflexiva que siguen aportando los instaladores a la producción visual dominicana contemporánea. Entre estas, destacan, además de “Sin título”, de Raquel Paiewonsky; “Segunda piel”, de Patricia Castillo; “Sistema Semi-Humano”, del novísimo Ney Díaz H.; “Testimonios del Masacre”, de Thelma Leonor Espinal; “En Carnada”, de Gabino Rosario, y “Ruega por nosotros_Rosario a nuestra Señora de la Fama y la Fortuna”, original y dialógica instalación con la que Miguel Ramírez obtuvo una Mención Especial del Jurado.

En dibujo, el jurado concedió el Premio a Juan Mayí, por su trabajo titulado: “Tiempo Después”, además de menciones  de honor a Raúl Recio, por  “La patica de puerco no alcanza” y a Julián Amado, por  “El Taller de los hipócritas l”. Al conceder el Primer Premio al dibujo de Mayí, los miembros del Jurado de Premiación valoraron “los elementos de invención y expansión del dibujo que se integra a un desarrollo válido de  semejantes- como la inclusión  de pelo- y la extensión  del dibujo hacia otro material (como el juego de pulido en el metal crudo del marco)”. En este caso, el jurado fue preciso y su decisión no admite objeciones, aun cuando los dos dibujos seleccionados de Raúl Recio y las dos obras seleccionadas del mismo Julián Amado, fueran merecedoras del premio. Para rematar, Juan Mayí ha presentado recientemente en la Galería Arawak una exposición de dibujos que confirma su práctica autoexigente, su nítida trayectoria y sus merecidos reconocimientos.

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