Otro 30

Otro 30

Hoy se escucharán reclamos, habrá emociones. De nuevo, el recuento épico, la hazaña. Estarán presentes en los actos, personas que nunca estuvieron, aprovecharán la tribuna para denunciar y lamentar. Proselitismo tardío en tribuna idónea. El momento electoral es protagonista, hay que aprovechar. Una vez más, el oportunismo propiciará la confusión de espacios, tiempo y culpables. Empañará la conmemoración. La tarea pendiente será escamoteada. Y hasta se permitirá el abuso de propalar que vivimos en una dictadura y los aplausos se sucederán como profanación a miles de connacionales que sí sufrieron y sus despojos supieron cómo funciona un régimen de fuerza. También lo saben quienes vivieron en silencio para salvarse, cuando el susurro era subversión. Porque para preservar la vida, la abyección fue opción. Entonces, no hubo límites ni afectos y la decisión permitió el acopio de miserias que la cobardía exige.
55 años, el acotejo y las fábulas. Sin una sentencia, con el desprecio como arma y la impotencia de convivir y envejecer al lado de torturadores, soplones, asesinos. Tanta serpiente que muda la piel y ultraja. Áspides que piden gloria y una imperdonable complacencia se la concede. Hay grupos que se resisten a develar para imputar como procede. Prefieren la exculpación tardía de aquellos que bailaron al ladito del jefe, cantaron con la Cofradía y exhibían sus armiños con gotitas de sangre. Inventan razones para justificar la obsecuencia con la parentela del sátrapa. Sollozan en los actos, fingiendo dolor que no tienen ni les corresponde. Asumen como caridad las visitas a la casa de Angelita y añoran en sus delirios seniles, las caricias de Ramfis y de su padre.
Otro 30 y el riesgo de la instrumentalización de la fecha. Se ha hecho durante y después de campañas electorales, desde el poder y desde afuera. Candidatos, funcionarios, camaradas que en sus tertulias injurian a cada uno de los participantes en el tiranicidio, les encanta sentir la brisa que abate el monumento a los Héroes y ganar mención en la primera página de mañana.
Abril fue fragua. Un sector constitucionalista abjuró del 30 de mayo y además de reverenciar a matones del trujillato, concedió la libertad a los únicos condenados por crímenes de Estado. El asesino de Hacienda María, ufano, manifestó su solidaridad con el cuartel que defendía la soberanía.
Por derecho, conveniencia o claudicación, la mayoría presente, esta tarde, en “la avenida” ha disfrutado del erario, sin importar la jefatura de Estado. A unos los perdonaron, a otros jamás les permitieron el desliz. Nadie ha exigido actitudes diferentes a quienes participan de las ventajas que concede el poder. Nadie les ha solicitado la asunción de responsabilidad histórica.
Hoy, muchos provocarán la conmoción, para luego continuar tan campantes, como campantes estuvieron durante el oprobio balaguerista y continuaron durante sucesivos cambios de mando. Otros tuvieron que indignarse con la llegada al país de asesinos de “la era”, con la reiteración de los símbolos de la tiranía, avalada por mandatarios afines, salvaguardas de canonjías perennes. El entorno permite errar sin consecuencias. Protegidos por la impunidad que de manera tardía denuncian, algunos exhiben un síndrome de Peter Pan acomodaticio. Atropellan, difaman.
Siempre hay que volver a Diederich. Aprovechó la flagrancia para escribir. No existían rencillas entre sobrevivientes y parientes de víctimas, esas lamentables disputas para acceder a los altares. El recuento de cadáveres y desaparecidos, impedía ponderar el significado de pertenecer al Consejo de Estado, amar u odiar a Balaguer, inscribirse en la UCN o en el PRD, utilizar fondos públicos, apoyar la intervención armada de los EUA, trascender de militar de la tiranía a constitucionalista. El corresponsal de la revista TIME no era compadre de ninguno, menos cancerbero para evitar o permitir la entrada al Panteón Nacional.
Otro 30 y el pesar por la desmemoria. Cada quien cuenta el cuento a su manera. El antitrujillismo no es uniforme, tampoco es una ideología. La ficción heroica ha hecho mucho daño. La distorsión acecha, también el olvido.

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