Otro acuerdo con el FMI, ¿para qué?

Otro acuerdo con el FMI, ¿para qué?

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
¿Y para qué otro acuerdo con el Fondo Monetario Internacional? No crea el lector de estas notas que se trata de una pregunta retórica o, como diría un burócrata estatal, ganas de criticar o una actitud propia de ver la vida desde el balcón. Se trata de una preocupación genuina que no encuentra respuesta satisfactoria en las explicaciones que los bien especializados técnicos y especialistas del gobierno han tenido a bien ofrecer a la opinión pública sobre el nuevo acuerdo con el FMI.

La República Dominicana es, si así pudiera decirse, una veterana en recurrir al Fondo Monetario. Lo hizo con Juan Bosch, en 1963, aunque aquel convenio no llegó a firmarse. La administración del doctor Salvador Jorge Blanco firmó dos acuerdos con el FMI y se enroló en algo que llamaron un “acuerdo sombra”, un trato cuyos contornos nunca se explicaron muy bien y si lo hicieron nunca se entendieron.

El doctor Joaquín Balaguer se dio el lujo de gobernar de espaldas a los convenios alcanzados durante la administración de Jorge Blanco, incumplió la reprogramación de la deuda externa y sobrecalentó la economía con un gasto de capital sin precedentes. La conclusión fue que el remiso Balaguer no tuvo más camino que, presionado por la escena internacional, suscribir un acuerdo con el FMI.

El Presidente Hipólito Mejía heredó la mejor de las economías que había tenido en el país en los últimos 25 años: bajo endeudamiento  externo, déficit fiscal casi cero, inflación bajísima, crecimiento económico continuo durante nueve años, estabilidad cambiaria, alta inversión extranjera y un proceso de privatización en marcha.

Pero en poco tiempo todo se vino abajo, como si un ciclón batatero lo arrasara todo. Las malas políticas económicas, el gasto desordenado y desorbitado, el endeudamiento irresponsable, la corrupción pública y privada y la ineptitud política transformaron las finanzas dominicanas hasta hacerlas irreconocibles.

El país tuvo que volver al Fondo Monetario, y lo hizo en dos ocasiones, con fracasos repetidos. Aquel desorden, aquella irresponsabilidad pública exhibida con desparpajo singular y la politiquería primitiva eran grandes valladares para que estos convenios fondomonetaristas se cumplieran.

El gobierno del doctor Leonel Fernández no tenía, es verdad, un camino que no fuera el del FMI. La intensidad de la crisis y la gravitación que sobre el país tienen organismos como el Banco Mundial, el Banco Interamericano y el FMI, así como las autoridades norteamericanos, señalaban hacia el Fondo. Y en el Fondo estamos, prácticamente, desde el 16 de agosto.

Ahora el país suscribirá otro acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, del tipo Stand-by. Se trata, obviamente, de una decisión correcta. Este es, si se quiere, el mal menor. Porque el FMI aporta los fondos que la economía dominicana necesita y es el comisario que expide la carta de garantía que la banca comercial internacional, el BID y el Banco Mundial demandan para abrirnos la carpeta de préstamos. Y es también el requisito que los países miembros del Club de París exigen para reprogramar el pago de una porción importante de la deuda externa.

Está claro, pues, que es imprescindible que el país suscriba un acuerdo con el FMI.

Nuestra pregunta inicial sigue vigente ¿ Para qué otro acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?

Para los fines de esta pregunta, que pretende ir a la esencia del problema, las estabilidades que rescata u ofrece el recetario del FMI no constituyen una respuesta satisfactoria. Porque estas estabilidades o el convenio con el Fondo Monetario no toca, ni de cerca, el sentido que debe guiar la economía, su propósito último.

Porque resulta que estas cuestiones no han sido tocadas por los burócratas y especialistas estatales en sus explicaciones sobre el nuevo acuerdo y sus alcances. Ellos prefirieron quedarse en la fenomenología del asunto. Más todavía: ni siquiera se atrevieron a mencionar las causas principales de los grandes desatinos financieros del gobierno del señor Hipólito Mejía.     

Si el gobierno hubiera querido ir más allá de los contornos de la crisis e introducir políticas en dirección de revertir los problemas estructuras, entre ellos la apropiación y distribución de la riqueza del país, la oportunidad era de oro. Pero muchas cosas se están cambiando para quedar iguales.

Los otros acuerdos con el FMI no consiguieron más que superar unos momentos de inestabilidad. Este de ahora hará lo mismo. Continuarán, por lo tanto, los problemas esenciales de la economía dominicana. Esto quiere decir que para el 90% de las familias dominicanas habrá paliativos, más o menos, pero no la mejoría que realmente necesita.

bavegado@yahoo.com

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