¿Otro aterrizaje forzoso en los EU?

¿Otro aterrizaje forzoso en los EU?

POR  FIDELIO DESPRADEL
El crecimiento de la economía de los EU fue de apenas el 1.3% en el primer trimestre del año. Y la tasa de inflación en ese mismo período fue de 3.4%. La confianza del consumidor cayó en abril al nivel más bajo del año y el mercado de trabajo sigue desesperanzando a las gentes.

Tasa de crecimiento a la baja y una inflación alta es una mezcla explosiva para la cual la Reserva Federal no tiene “medicinas”. En la década de los 70 llamaron a este fenómeno “stagflation”. Terror de los economistas de la Reserva Federal de los Estados Unidos: Si bajan la tasa de interés, como hicieron para enfrentar la recesión del 2001, entonces la inflación se dispara; y si por el contrario, mantienen las tasas a los niveles actuales o las suben, se intensifica la tendencia a la baja del crecimiento y la confianza del consumidor puede dispararse aún más, agravando el problema.

La cuestión es que se siguen prendiendo las luces rojas en la economía norteamericana: decrece la confianza del consumidor, crece el desempleo, se mantiene la “burbuja” en el mercado de la vivienda, disminuyen las inversiones productivas, y ahora se empieza a producir el temible fenómeno de un descenso en el crecimiento económico con un incremento de la inflación. Ya el propio Greenspan vaticinó una recesión en el corto plazo.

Nuestro flamante secretario de Planificación y Desarrollo advertía que una reducción en el crecimiento de la economía norteamericana tenía sobre el país consecuencias mucho más graves que un significativo incremento del precio del petróleo. Sabe muy bien el señor Temístocles Montás el grado de dependencia de nuestra economía, principalmente de la norteamericana, sabe también nuestro grave déficit en el desarrollo del factor humano para el desarrollo, como consecuencia del modelo impuesto por los grandes partidos y los sectores sociales y económicos dominantes, y la fragilidad de nuestro mercado interior, motivado por el poco desarrollo de la industria y la agricultura, su débil integración y nuestra casi nula capacidad exportadora.

En fin, saben todos, que por la acción negativa de todos los sustentadores y beneficiarios del modelo actual, el nuestro es un barquito con mucho brillo y grandes oropeles pero con poca sustancia para el desarrollo y el ejercicio de la soberanía, y que cualquier vendaval puede aguarnos la fiesta.

Todos apuestan a que no pase nada en los Estados Unidos. El grueso de nuestros políticos y de la clase gobernante, meten la cabeza en la arena y siguen en el juego de “to pa mi; na pa ti”. Pero vamos a ver lo que pasa con los EU. A lo mejor el doctor Fernández, en uno de los tantos actos de simpatía con los amos del norte, le presta a su amigo el señor Bush, a nuestro gobernador del Banco Central y demás miembros del equipo económico del gobierno dominicano, y siendo éstos unos magos en el manejo de crisis mucho más “difíciles” que la que hoy enfrentan las autoridades norteamericanas, las cosas podrían resolverse sin muchos problemas, como ha pasado en la República Dominicana.

Le haría un gran favor a la República Dominicana el doctor Fernández enviándoles una parte de sus funcionarios a los amos del norte. Incluso, podría pedirle permiso al Congreso Nacional, para que el propio doctor Fernández, que es un mago en eso de la “multiplicación de los panes” y en los malabares de la “democracia” Made in USA, pueda viajar por un buen tiempo a los Estados Unidos, ubicarse en su amado Nueva York o en Washington y ayudar a su amigo.

De todas formas, no debe apurarse la “fracción” del 10 ó 15% que domina y se beneficia de este modelo y economía “del embudo”, pues saben muy bien estos señores, que desde el 1966, después de haber pactado con Balaguer la forma “to pa mi; na pa ti” de aplicar la política de “sustitución de importaciones” y de utilización del Estado como palanca para el enriquecimiento sin límites, ellos han logrado otro gran triunfo: Han domesticado a los tres partidos; han fomentado tres cúpulas políticas y muchas otras “cupulitas”, que viven de plegarse a uno de los grandes, y han logrado, hasta el momento, impedir que surja una opción alternativa a ellos y al modelo. ¡No se apuren! Ustedes han aprendido a ganar mucho en los tiempos de abundancia y ganar mucho también en los tiempos de crisis. Los que pagan son la clase media y las grandes mayorías populares. ¿Y qué importa?

¿Por cuánto tiempo? A lo mejor no por mucho tiempo. Pero eso solo lo sabe el corazón de los oprimidos y de la clase media. Si ellos no se deciden, ustedes pueden seguir en su fiesta “hasta el fin de los días”.

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