Habíamos oído de una joven de talentos múltiples que de acuerdo a comentarios lograba todos sus propósitos, bailarina excelente, poeta excitante, y estudiante  meritoria de Arquitectura.

Erica Bueno Rodríguez, pese a su corta edad, ha vivido siempre en aras del descubrimiento y la conquista. Al verla bailar o al leer sus páginas, nos llama la atención su avasallante ritmo, su ignorado recuerdo de futuro en la palabra, y su impetuosa vida sin dejar de advertir, por supuesto, su nombre, su recordado nombre de huracán y de llovizna: ¡Erica! Para de inmediato preguntarnos de dónde rayos ha surgido esta Erica siglo XXI ¿y por qué aquí en una isla tan distante del continente europeo? Ya en el siglo VIII, hacia 982, un poderoso jefe noruego, le dio con descubrir cosas y descubrió Groenlandia. Más adelante observamos a catorce reyes de Suecia y nueve de Dinamarca, los Ericos (Erico XIII, 1382-1459) y (Erico XIV, 1533-1568) entre otros.

Por lo tanto, de acuerdo a una línea genética imaginaria no dudaríamos que esta audaz, alegre y taciturna Erica (que ya incursiona también en los espacios reservados al arte fotográfico) pudiera hallarse hoy empeñada en ir más allá del objeto que lograra recuperar su cámara, hasta alcanzar el alma misma de su propia imagen para regocijo de sus admiradores progenitores y hasta de aquellos reyes y conquistadores que enarbolaran por primera vez su nombre.