De nuevo la ceguera, la borrachera y la pasión desenfrenada de perpetuarse en el poder del actual presidente de la nación, impacta asombrosamente a los sectores más sensatos de la sociedad dominicana.
Sería un desaguiso, un solemne disparate y una bofetada a la democracia querer modificar la constitución para hacer de esta un traje a la medida del grupo que detenta el poder político en la actualidad.
El país no le perdonaría jamás a Danilo Medina reeditar el funesto antecedente de mutilar el artículo 124de la constitución del 2010, a través de maniobras fraudulentas como: comprar legisladores, desmembrar un partido político y llevar al país a un déficit fiscal sin precedentes, usando de manera abusiva el presupuesto de la nación y derrochando sin límites los recursos del pueblo en campañas reeleccionistas.
Ahora ese grupo de sanguijuelas pegados de las tetas del poder se vale de un abogado anónimo llamado Fredermiro Ferreiras Díaz para que se lance a la aventura y como globo de ensayo declarar inconstitucional la vigésima disposición transitoria de la constitución modificada el 13 de junio del año 2015, que establece: “en el caso de que el presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la vicepresidencia de la República”.
Después que el tema lo elevaron a la máxima potencia a través del poder mediático que controla el gobierno con sus famosas bocinas muy bien remuneradas, pero con un rechazo abrumador de la oposición política y de importantes e influyentes sectores, el seudo-reformista y abogado de manera inesperada y calculada retira el malhadado recurso de inconstitucionalidad logrando en gran parte el objetivo de crear un espectacular revuelo en toda la opinión pública nacional.
La ignorancia de este abogado y la miopía y embriaguez de los funcionarios de palacio con su presidente a la cabeza no le permitieron juzgar y discernir que es imposible que el tribunal constitucional pueda declarar la “inconstitucionalidad de la constitución” de esa manera se desconocería el Estado de derecho, el principio de soberanía popular y el poder constituyente de los legisladores.
La carta sustantiva de la nación no puede someterse a los vaivenes y caprichos de los políticos que coyunturalmente ostentan el poder para perpetuarse en él afectando seriamente la institucionalidad democrática, la gobernabilidad y la prevalencia del Estado social y democrático de derecho.
Sabemos que por un tiempo la orquesta del palacio nacional dejará de tocar el tema de la reelección, pero en lo adelante y cuando lo consideren oportuno y el momento político se lo aconseje, lo reintroducirán con mayor fuerza, porque para ese grupo de poder una nueva Re-postulación de su presidente sería extender el plazo de su impunidad y de ampliar los mecanismos fraudulentos para aumentar la acumulación de riquezas producto de la corrupción sin consecuencias y con el brazo amigo de algún sector de la justicia y sobre todo del Ministerio Público.
El recurso que intentó invocar ante el Tribunal Constitucional el abogado referido con la finalidad de habilitar legalmente al presidente para que pueda reelegirse es un absurdo jurídico, un adefesio al que nos tiene acostumbrado el PLD en su forma antidemocrática de gobernar.
No debo terminar este artículo sin antes citar al presidente Medina en un discurso previo a las elecciones del 2016 ante dirigentes de su partido para lo que sería su segundo mandato: “Juro aquí ante todos ustedes y ante Dios como testigo, que es mi última candidatura a la presidencia de la República Dominicana y no voy a ser un obstáculo para ningún compañero que tenga las condiciones de llegar también a ser presidente de la República”.
Por lo visto el presidente de la República si no cumpliere ese juramento mentiría al pueblo otra vez y estaría no solo descalificado constitucionalmente, sino que también estaría descalificado ética y moralmente (que ya lo está) para optar por otro periodo presidencial.
De producirse otro intento de sabotear la constitución dominicana por parte de ese grupo de poder de palacio, las consecuencias serían impredecibles.