Otros moños bonitos

<p>Otros moños bonitos</p>

CHIQUI VICIOSO
En un artículo del 12 de septiembre del 2006, titulado “Las Estadísticas de la Procuraduría”, Susi Pola señala “la baja referencia con inclusión de género que tienen las estadísticas dominicanas de cualquier tipo, una situación que mantiene la invisibilidad de las mujeres en sus aportes a la producción económica y al desarrollo nacional, desde el trabajo formal e informal hasta el sustento del espacio doméstico”. Estadísticas, basadas en indicadores de género, que son un compromiso internacional del país desde 1981, fecha en que firmamos la Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra las Mujeres, conocida como CEDAW en inglés, una Convención que desde entonces venimos ratificando.

Aplicando la dimensión de género a las cifras sobre feminicidios, Susy plantea que desde enero a julio del 2005 fueron asesinadas 81 mujeres, y que en el año 2006, para el mismo período, fueron muertas 118, para un incremento en los feminicidios de un 31.35% en los primeros meses del 2006 con respecto a las cifras del 2005, dato que, concluye ella, debería primar entre las prioridades del programa “Barrio Seguro”, en barrios donde las mujeres son mayoría y donde la guerra a la violencia doméstica contra la mujer debería ser tan importante como el combate a las bandas barriales. Razonamiento que puede aplicarse a cualquier acción comunal con mujeres de extracción popular.

Concluye Susy que “razones socio culturales de extrema complejidad, como son las resultantes del proceso de socialización diferenciada (o género) de hombres y mujeres, “producen una resistencia a incluir a las mujeres como sujetos sociales y ciudadanas”; y yo añado que mas que incluirlas sería reconocerlas y respetarlas como tales, lo cual puede explicar la reacción que experimentamos cuando un hombre determina que lo que una mujer pobre necesita para su autoestima es ir al salón de belleza. Es como si nosotras le planteáramos a hombres jóvenes y desempleados, sujetos a la violencia cotidiana de su medio, que lo que necesitan para mejorar su autoestima es ir a la Barbería.

La primera responsabilidad de un, o una, dirigente comunal es guiarse por las prioridades nacionales para la elaboración de sus programas, y contribuir a la concientización de las personas con quienes trabaja. Repartir cajas de ron en Navidad, por ejemplo, porque así lo “solicitaren” los hombres populares sería una medida populista, no un factor de desarrollo comunal; asimismo, regalar boletos para un peinado en un salón, porque las mujeres de los barrios “solicitaron” un “moño bonito” en Navidad, en nada resuelve la necesidad -permanente- de un proceso de rescate de su autoestima. Con dos, tres o seis millones de pesos se pueden alquilar casas en los barrios que sirvan de refugio temporal a mujeres victimas de la violencia doméstica. A quince mil pesos de alquiler por mes, con un millón ochocientos mil pesos (RD$1,800,000) se pueden abrir diez casas refugio, que se podrían dotar con psicólogos/as y trabajadores/as sociales de instituciones afines, que puedan asistir a las mujeres.  Las casas podrían abrirse en las provincias con mayores índices de violencia y las victimas pueden rotarse, es decir, cambiarse de lugar, para evitar la violenta ceguera de los primeros asedios del victimario.

Y si cito la violencia doméstica contra la mujer es porque es un problema de vida o muerte para la población femenina dominicana, porque hay docenas de campañas posibles y más permanentes con el sector femenino que se pueden auspiciar y financiar, para ello solo hay que apoyarse en la última encuesta ENHOGAR, donde hay cifras como la de la lactancia materna sumamente alarmantes.

Por último, los aprendizajes sobre el manejo de la empleomanía pública se aplican a todas las instituciones, entre ellas a una que mencioné en un artíulo anterior: la ONAP, la cual ha tenido el privilegio de haber sido fundada por un hombre serio y de estar dirigida hoy por un profesional extremadamente honesto y responsable que es el señor Ventura Camejo, de Santiago. No es su responsabilidad el no poder determinar a quién emplea el Estado Dominicano, ni carecer de un instrumental que le permita detectar la bipolaridad, u otras disfunciones mentales, en la empleomanía pública, una tarea que debería comenzar en la escuela, como sabemos.

Retorno pues a mi pajón, aclarando que mis fiestas navideñas son con federaciones de trabajadores/as y campesinos/as de Sabana Grande de Boyá, Bonao y otras provincias, y que a ese intercambio debo no solo la risa y el optimismo, sino el alerta sobre un programa que no respondía a sus perentorias necesidades.

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