La ciudad de Santo Domingo ha crecido desmesuradamente en los últimos cincuenta años. Sociólogos y urbanistas han pronosticado “crisis de los servicios públicos”, escasez en el suministro de agua potable, dificultades para el transporte colectivo, atascamientos en el tránsito de vehículos. A pesar de todos esos pronósticos, la mayor parte de ellos bien fundados, los habitantes de Santo Domingo siguen aferrados a las bellezas y gozos de “su ciudad”, ya sea natal o adoptada. En la época en que gobernaba Trujillo se inauguró la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Se construyeron entonces la mayor parte de los edificios que componen lo que llamamos hoy Centro de los Héroes.
En tiempos de Trujillo se hizo la Ciudad Universitaria, el edificio del Banco Agrícola, el Palacio Nacional, y muchas otras obras que no es mi intención enumerar; también se extendieron o prolongaron avenidas importantes de nuestra ciudad. Durante los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer se trazaron dos vías fundamentales de la ciudad: la Avenida John F. Kennedy y la 27 de Febrero. Esto significó una transformación esencial en el crecimiento y la circulación de la capital en el pasado inmediato. En los gobiernos del doctor Leonel Fernández se edificaron importantísimos elevados que cambiaron el aspecto de la ciudad; y más importante aún, se excavó el túnel por donde transita el Metro.
El transporte público subterráneo es uno de los cambios más notables de los últimos tiempos. No quiero dejar de mencionar la Avenida Luperón y calles paralelas, obras de Balaguer que considero adecuadas y oportunas. En el curso de mucho tiempo, las ciudades cambian, tanto de aspecto como de espíritu. Mi intención no es evaluar las contribuciones urbanísticas de distintos gobiernos; que son muchísimas y valiosas. Me interesa más saber “como sienten los habitantes” esos cambios.
La ciudad colonial de SD, construida por el gobernador Ovando, es una joya deteriorada que, en ocasiones, ha gozado de restauraciones dignas de aplausos. La llamada “ciudad jardín” de Gazcue, es otro lugar de la ciudad con larga historia sentimental. Hay zonas preciosas en toda la ciudad. Antiguas y modernas, viejas o recientes, cada una tiene un encanto particular. El “capitaleño” dispone de un amplio menú para escoger.