Oye multitud
“Madrecita: cuánta dulzura…”

<STRONG>Oye multitud</STRONG><BR>“Madrecita: cuánta dulzura…”

El poema de la abuelita Yaya, doña Ariadna Martín, directora de Asuntos Generales de la Universidad del Caribe, dice: “Madrecita: cuánta dulzura hubo en tu alma, madre querida, madre adorada. Yo bien quisiera soñar contigo y volverte a ver. Hoy te regalo mi amor por siempre ¡Cuánto te quiero madre hasta el fin!”

Muchos países del mundo tiene un día especial para  festejar a  las madres, una celebración que se remonta a la antigüedad, pues el mismo Dios ha dado promesa sobre las madres y dice Su palabra “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa para que todo te salga bien todos los días de tu vida”.

Las celebraciones por el Día de las Madres se iniciaron en la Grecia antigua, en las festividades en honor a Rhea, la madre de Júpiter, Neptuno y Plutón. Durante el siglo XVII  en Inglaterra comienza una celebración un día llamado “servir de domingo” denominada “Domingo de Servir a las Madres” en la cual se honraba a las madres de Inglaterra y  los criados tenían permiso y el día pagado para ir a visitar a su madre.

En aquel tiempo muchos de los pobres de Inglaterra trabajaban como criados para los ricos. La mayoría de los trabajos estaban lejos de sus hogares, y los criados vivían en las casas de sus patrones. Esta fecha fue una gran alegría para ellos porque les pagaban su día de trabajo y podían ir a la  casa de su familia y pasar el día con su mamá.

Después se comenzó a preparar una torta (o bizcocho) especial llamado “servir a la madre” y se llevaba para celebrar ese día como un acto festivo en honor a las madres.

En Estados Unidos el primer día fue sugerido en 1872 por Julia Ward Howe como una fecha dedicada a la paz. El origen del Día de las Madres es la tierna historia de una joven que pierde prematuramente a su mamá, y concibió la idea de dedicar un día sin igual, para rendirle tributo a la madre.

La estadounidense Ana Jarvis, de Philadelfia, luego de la muerte de su madre, en 1905, decidió escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades para que la apoyasen en su proyecto de celebrar el Día de las Madres  en el aniversario de la muerte de su madre, el segundo  domingo de mayo. Tuvo muchas respuestas, y en 1910 ya era celebrado en casi todos los estados de  Estados Unidos.

Viendo  la gran acogida a su iniciativa, la joven Jarvis logró que el Congreso de  Estados Unidos presentara un proyecto de ley a favor de la celebración del Día de las Madres en todo Estados Unidos.

Luego de deliberar y aprobar el proyecto, en 1914, el presidente Woodrow Wilson firmó la petición que proclama el Día de las Madres como  una fiesta nacional a celebrarse el segundo domingo del mes de mayo.

Posteriormente otros países se fueron sumando a la celebración y Ana Jarvis pudo ver cómo más de cuarenta países de diferentes partes del mundo festejaban este acontecimiento sentimental que no tenía otro fin que rendir homenaje y enaltecer a ese ser que da parte de su ser para dar  vida y aun entrega su vida por el fruto de sus entrañas.

Nadie  se puede imaginar lo difícil y a la vez  maravilloso   que es ser madre,   si no  ha experimentado la maternidad.

Todos nos tratamos de imaginar lo complicado que es ser un buen padre, un buen amigo, un buen hijo, pero ser una buena madre lo es aún más.

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