POR CLAUDIA HERNÁNDEZ DE ALBA
Detengámosno, pues, un momento para tomar una fotografia de cuerpo entero de este deforme yo, y veamos si nos sentimos obligados a aceptar el juicio que Dios hace de el y a consentir en ser libertados de su dominio por el metodo que Dios propone.
El fundamento de la vida en el hombre natural, es cuadruple: voluntad propia, amor propio, confianza propia y exaltacion propia; y sobre estos cimientos se levanta una construccion que es un inmenso YO, con mayuscula. Vida que gira alrededor del YO, afirmación de si mismo, orgullo de si mismo, indulgencia consigo mismo, complacencia consigo mismo, buscar lo suyo, compadecerse de si mismo, sensibilidad para lo suyo, defensa de lo suyo, suficiencia propia, coinciencia de los propio, justicia propia, vanagloria de lo propio, estos son los materiales con que se levanta el edificio.
¿Es esta una descripción verdadera, o falsa? Al mirar dentro de nuestra propia vida, ¿hay alguno de nosotros que no se sienta obligado a confesar que, en mayor o menor grado, todas estas manifestaciones del YO se han encontrado alguna vez en ella? Todos y cada uno de nosotros sabemos que monstruo de siete cabezas es ese viejo YO. Lutero lo sabia y decía: Tengo más miedo de mi propio corazón que del papa y de todos sus cardenales. Dentro de mi llevo el gran papa YO.
¿Qué, pues, habrá de hacerse con este osado usurpador del lugar que pertenece a Dios? Dios ha declarado muy llanamente lo que El ha hecho ya con el. El no tiene más que un lugar para el viejo hombre, y es la cruz; y solo un plan para acabar con su despótico dominio, y es el de crucificarlo con Cristo.
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con el, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado (Rom.6:6)
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mi, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amo y se entrego a si mismo por mi (Gal. 2:20).
Dos hechos se exponen aquí claramente: primero, que la crucifixión de el viejo hombre es un hecho ya realizado, segundo, que es una co-crucifixion.
Observar los tiempos de los verbos: fue crucificado, estoy crucificado. La cricifixion judicial de el viejo hombre tuvo lugar hace siglos. Aunque no hubiera ni una sola alma que aceptara este hecho de que Cristo mismo fue crucificado. Tanto para librarnos de los pecados, como para librarnos del YO, la cruz es el unico lugar que Dios ha provisto. Tan cierto como que Cristo llevo el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, es cierto también que mi viejo hombre fue crucificado juntamente con el allí. Si acepto por la fe uno de estos hechos y obro de acuerdo con el. Debo aceptar, para ser consecuente, el otro hecho y obrar también de acuerdo con el.
La liberación de la antigua esfera en Adán y la entrada en la nueva esfera en Cristo, exige el destronamiento del YO. Ninguna casa puede hospedar a dos señores. Si el Señor Jesús va a ocupar el trono y a reinar sobre la personalidad humana, entonces el viejo hombre tiene que abdicar. Eso no lo hará nunca. Por lo tanto, Dios ha juzgado y sentenciado a muerte. La sentencia se cumplió en la cruz del Calvario. Dios ahora declara a toda persona que clama por librarse de la tiranía del YO, que el viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo. ¿Lo crees tu?
La perfección de la gracia de Dios se manifiesta de una manera maravillosa en este hecho glorioso de la co-crucifixión: el pecador con el Salvador en la cruz. Se necesita únicamente la preparación de la fe del hombre para que aquel hecho venga a ser una realidad gloriosa en la experiencia espiritual del creyente