Oye multitud
El medio ambiente y el cristiano

<STRONG>Oye multitud<BR></STRONG>El medio ambiente y el cristiano

CLAUDIA HERNÁNDEZ  DE ALBA
Claudiahdez_07@hotmail.com
El nuevo compendio de doctrina social de la Iglesia dedica un capítulo entero a temas ambientales, reconociendo su creciente importancia, animando a los cristianos a considerar el medio ambiente con una actitud positiva, para evitar una mentalidad de desprecio y condena, y reconocer la presencia de Dios en la naturaleza.

Deberíamos ver el futuro con esperanza (sostenido por la promesa y el compromiso que Dios renueva continuamente), recordemos el comienzo del libro del Génesis en el que el hombre es puesto como la cima de todos los seres vivos y Dios le confía que cuide la creación. La relación del hombre con el mundo es parte constitutiva de su identidad humana. Esta relación es a su vez resultado de otra relación aún más profunda con Dios. En el Antiguo Testamento vemos cómo Israel vivió su fe en un medio ambiente que era visto como don de Dios. Además la naturaleza, la obra de la acción creativa de Dios, no es un adversario peligroso.

En el Nuevo Testamento Jesús hace uso de los elementos naturales en algunos de sus milagros y recuerda a los discípulos la providencia de su Padre. Luego en su muerte y resurrección Jesús inaugura un mundo nuevo en el que todo le está sometido y recrea las relaciones de orden y armonía que el pecado había destruido.

Ciencia y tecnología: se reconoce el progreso hecho por la ciencia y la tecnología al extender nuestro control sobre el mundo creado. Mejorar nuestra vida de este modo está de acuerdo con la voluntad de Dios y la Iglesia no se opone al progreso científico, que es una parte de la creatividad humana dada por Dios.

Un punto central de todo uso científico y tecnológico es el respeto por los hombres y mujeres que debe acompañarse también de la necesaria actitud de respeto por todas las criaturas vivas. Por lo tanto, nuestro uso de la tierra no debería ser arbitrario y es necesario que esté inspirado por un espíritu de cooperación con Dios. La clave para evitar tales errores es mantener una visión trascendente. Actuar de modo responsable hacia el medio ambiente resulta más difícil cuando recordamos el papel de Dios en la creación. La cultura cristiana considera las criaturas como un don de Dios, que debe cuidarse y salvaguardarse. El cuidado del medio ambiente también entra dentro de la responsabilidad de asegurar el bien común, por el que la creación se destina a todos y tenemos  una responsabilidad con las generaciones futuras.

Biotecnología: las nuevas posibilidades ofrecidas por estas técnicas son una fuente de esperanza, pero también han levantado hostilidad y alarma. Pero la naturaleza es también un don que se debe usar con responsabilidad y, por lo tanto, el modificar las propiedades de los seres vivos se debe acompañar de una evaluación cuidadosa de los beneficios y riesgos de tales acciones. Además es necesario que la biotecnología se guíe por los mismos criterios éticos que deberían orientar nuestras acciones en las esferas de la acción social y política.  Y también se deben tener en cuenta los deberes de justicia y solidaridad.

Los científicos  que  están  llamados a trabajar de modo inteligente y con perseverancia para resolver los problemas de suministro de alimentos y salud también deberían recordar que están trabajando con objetos que forman parte del patrimonio de la humanidad, y junto a la preocupación por lograr un beneficio legítimo, deben tener presente el bien común. Esto es especialmente aplicable en los países más pobres, y a la hora de salvaguardar el ecosistema.

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