Oye Multitud
El verdadero rol  de los concursos 

<STRONG>Oye Multitud<BR></STRONG>El verdadero rol  de los concursos 

No sabemos a ciencia cierta dónde se origina el arte del concurso, si bien hemos de deducir que el concurso es tan  antiguo como la humanidad misma. Habría de nacer  en el momento que nace el juego, lo cual significa que el arte del juego  alimenta también el arte de competir, de lo que se infiere que el llamado Homo ludens, o lo que es lo mismo “el hombre que juega”, estaba destinado a ser también   el hombre que compite.

Y como donde  llega la  competencia, llega también el concurso, entonces hablamos del hombre que concursa. De hecho, si hurgamos  en el cofre del tiempo, hemos de percibir que en cada cultura el certamen ha estado presente. Y es que la competencia parece ser una actividad inherente al hombre mismo.

En muchas culturas antiguas el concurso era visto como una actividad recreativa que se organizaba para entretener una clase ávida de distracciones y de entretenimientos para darle sentido a la vida. Probablemente los primeros concursos estuvieron relacionados con la cacería de  animales,  o lo que es lo mismo, la capacidad de acertar con  la flecha o la lanza.

En culturas tan antiguas como la griega y la egipcia, el concurso ya estaba presente en las narraciones mitológicas y se orientaba a destacar la belleza de sus féminas. En China y otras culturas orientales nos encontramos diversas actividades, entre las cuales destacan los concursos del cultivo del bonsái. Cada imperio tendrá  sus modalidades de concursos, pero la impronta más fuerte de esta actividad será por siempre la despiadada lucha, la competencia encarnizada de los gladiadores en llamado  Coliseo Romano.

Con la llegada de la industrialización, y la consolidación del capitalismo, el concurso se convirtió en una herramienta idónea en la competencia de mercados. Hoy en día constituye una de las principales herramientas de competencia, frente a un consumidor autónomo y deseoso de recibir los incentivos de sus compras y de sus apetitos sin límites. En nuestro país contamos con todos los géneros de concursos. Desde los estrictamente alienantes y dañinos, como son los juegos de azar, bingo, palé, loto, casino, pasando por concursos sanos, como los celebrados por las empresas de comestibles,  vestimentas, comunicación, bancos y otras entidades.

Pero, en medio de toda esta amalgama de concursos posibles, existe en nuestro país una línea de actividades que debemos destacar. Nos estamos refiriendo a los así llamados concursos con valores, entre los que destacan los organizados por empresas como  Cemex Dominicana, orientados a la promoción del cuidado del medio ambiente, el concurso de la Ford Motor, con objetivos similares a la anterior, así como los concursos destinados a promover las artes, la ciencia y las actividades literarias. Entre estos últimos es válido mencionar los organizados por las Secretarias de Cultura, Educación, Educación Superior, entre otras instituciones.

Hemos de destacar aquí otros concursos que alimentan y promueven valores, como el recién finalizado concurso de la Embajada de Israel, organizado por el embajador de dicho país y patrocinado por el programa “Con Freddy y Punto”, en la persona del productor y presentador de TV, Don Freddy Beras Goico. Dicho concurso estaba orientado a destacar y promover el conocimiento y la lectura de la Biblia. No podemos dejar sin mencionar el concurso de pintura basado en la Biblia, organizado cada año por el Ministerio Diaconisa, denominado “una pincelada de esperanza la Biblia un mensaje para el mundo”, enfocado en la salida del pueblo de Israel de Egipto a la tierra prometida y en despertar la sensibilidad artística en niños de sectores pobres del país.

En estos últimos participan, de manera desinteresada, los grandes dominicanos del pincel, entre los cuales merecen especial mención la persona de nuestro distinguido colorista Guillo Pérez, Cándido Bidó, Elsa Núñez y otros destacados artistas del pincel y las artes. Si bien es cierto que por mucho tiempo los concursos han sido rueda y motor de la competencia, y por que no, de la supremacía y el posicionamiento empresarial, hoy, la buena noticia es que este arte de beneficiar a la gente, lo estamos volcando a la  difusión y promoción de valores. Que Dios siga despertando voluntades para que muchos se animen a promocionar las buenas costumbres.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas