Oye multitud
La envidia, una obra  de la carne

<STRONG>Oye multitud<BR></STRONG>La envidia, una obra  de la carne

La envidia entra furtivamente, sin anunciarse, se escabulle de forma inesperada. Andad en el Espíritu y no satisfagais los deseos de la carne. Manifiestas son las obras de la carne, que son…envidias”. Gálatas 5:16-21.

La envidia es una experiencia que todos hemos experimentado en algún momento de nuestra vida. De hecho, es muy común que la mayoría de las personas piense que no es de gran importancia, ya que la ven como una inofensiva emoción humana. Sin embargo están muy equivocados. Por inocente que parezca, en ocasiones en realidad es el veneno personal del diablo, el cual fue diseñado para convertir el amor en odio y además inmoviliza la fuerza de la fe en su vida.

Quizá usted diga: “Bien, todo eso suena terrible, pero realmente no creo que envidie a nadie”. Tal vez sea cierto, no obstante permítame alentarle a escudriñar su corazón cuidadosamente para asegurarse, ya que muchas veces ni siquiera somos conscientes de que hay envidia en nosotros.

El problema es que sentimos ciertas emociones en nuestro interior, pero no las identificamos como envidia porque asumimos que tales sentimientos son naturales. Ésta entra furtivamente, sin anunciarse, se escabulle de forma inesperada. Por ejemplo, supongamos que llega a la iglesia y ve a un hermano con un automovil nuevo. De pronto un pensamiento viene a su mente: ¿Por qué el tiene un auto nuevo? Ni siquiera lo nesecita, yo sí necesito uno”, y usted se molesta porque él recibió un automóvil nuevo.

O imaginamos que vea a una hermana en un hermoso vestido nuevo y cuando se sienta a su par se percata de que al compararlo con el de ella el suyo es más anticuado. De pronto usted se siente fea y cohibida, y surge un sentimiento porque usted no tiene un vestido tan bonito como el de ella.

Es posible que conscientemente no piense más al respecto, sin embargo, luego se da cuenta de que se siente un poco irritada o deprimida. No puede explicarse por qué se siente así. Después de todo comenzó bien su día, pero ¿qué sucedió?: la envidia se escabulló en su interior y lo envenenó con un sentimiento de rencor y disgusto a causa del éxito o las ventajas de los demás. La envidia produjo un efecto sobre usted. No obstante, ponga atención. Si usted es un creyente nacido de nuevo, la envidia no forma parte de su naturaleza espiritual, sino que es un sentimiento que el diablo intenta depositar en su ser por medio de la depresión. Éste pone un anzuelo esperando que muerda la carnada. ¡Pero no caiga en esta trampa, morderla producirá odio en su vida, detendrá la fuerza de la fe, los planes de Dios para su vida y obstaculizará por completo su éxito. Así que preséntese ante Dios y deshágase de toda envidia. Tome la firme decisión de no dejarla entrar otra vez, pues es el veneno personal del diablo y ¡deje que él se la quede!

La envidia lo desconecta de la fe, porque donde hay celos contenciosos. allí  hay perturbación y toda obra perversa. Santiago 3:16. ¿Ha experimentado tiempos donde todo está a su favor, su fe funciona y produce resultados, pero de repente descubre que algo extraño está creciendo en su interior? Es posible que comience a sentirse un poco irritado por el éxito de los demás o tal vez comience a desanimarse porque una circunstancia en su vida no ha cambiado ¡cuidado! Es posible que le haya dado lugar a la envidia o a la contienda. Satanás es consciente de que si detiene la obra de su fe, puede distorsionar todo.

Pero el enemigo también sabe que no puede llegar precipitadamente frente a la puerta de su casa y robar su fe de su corazón,  entonces  se escabulle por la parte de atrás, usa la envidia y la contienda para interrumpir el fluir del amor en su vida, y cuando el fluir del amor es interrumpido, su fe también se detiene porque esta obra por el amor (Gálatas 5:6). Muchos cristianos no entienden este principio, por eso luchan, pelean y se quejan unos con otros; y se preguntan todo el tiempo por qué su fe no produce resultados. Ellos no se dan cuenta de que si desean vivir conforme al poder y a la bendición de Dios no puede permitir que la envidia o la contienda gobierne sus vidas. Punto.

De acuerdo a Santiago 3:16, la envidia y la contienda le abren al diablo una puerta  que generara en usted obras perversas, desde la depresión hasta el asesinato. Sí, asesinato, por lo cual Caín mató a Abel. Cierre la puerta. Resista con fuerza esas presiones, enfrente la envidia y la contienda como si estuviera enfrentando una serpiente cascabel. Rechácelo.  Cuando vea el éxito de una persona, haga lo que pueda para ayudarla y que pueda ser más exitosa. No se ha preguntado si Dios es que la está bendiciendo y usted puede querer obstaculizar el cumplimiento de las promesas de Dios en esa persona. Venza el egoísmo, ríndalo a Dios y mantendrála puerta abierta para recibir las bendiciones de Dios. Evite que el diablo desconecte su fe.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas