OYE MULTITUD
La realidad  de los niños  de la calle

<STRONG>OYE MULTITUD<BR></STRONG>La realidad  de los niños  de la calle

Se estima que 100 millones de niños y niñas viven y trabajan en las calles de las ciudades del mundo en desarrollo. De esos, 40 millones están en América Latina.

La mayoría de los niños y niñas en las calles (el 75%) tiene algún vínculo familiar, pero pasan la mayor parte de su vida en las calles mendigando, vendiendo baratijas, ilustrando zapatos o lavando autos para complementar los ingresos de sus familias. Es raro que alguno o alguna de ellos haya pasado del cuarto grado en la escuela.

El 25% restante vive en las calles, frecuentemente en grupos que forman con otros niños y niñas. Son conocidos como “niños y niñas de la calle”. Duermen en edificios abandonados, debajo de puentes, en portales, en parques públicos, en alcantarillas, en mercados.

Con frecuencia recurren a pequeños hurtos y a la prostitución para sobrevivir. La mayoría son adictos a inhalantes, tales como el pegamento de zapatero o los solventes industriales, que les ofrecen un escape de la realidad y se lleva lejos su hambre -a  cambio de dar hospedaje a problemas físicos y psicológicos que incluyen alucinaciones, parálisis y/o falta de coordinación motora, además de daños pulmonares, fallos en los riñones y daños cerebrales irreversibles.

Muchos son víctimas de abusos, llegando a ser asesinados en ocasiones, muchas veces por la propia policía y otras autoridades que supuestamente deberían protegerlos; otras, por civiles.

Ministerio Diaconisa realiza diferentes actividades de bien social con niños y jóvenes de los sectores marginados  en República Dominicana y ha podido notar que el abuso físico, emocional y sexual  por parte de sus padres (con frecuencia padrastros) son las razones más comunes de por qué un niño o niña abandona su familia. Psicólogos y trabajadores sociales se refieren a este problema como “desintegración familiar” -la ruptura del núcleo familiar.

A lo largo de América Latina, millones de niños y niñas han nacido en barrios y colonias marginales que crecieron rápidamente en la periferia de las grandes ciudades en los últimos 30 años, como resultado de la rápida urbanización y de la ausencia de políticas de reformas agrícolas.

El fenómeno social de los niños y niñas de la calle está aumentado en la misma proporción que lo hace la población del tercer mundo. De hecho, la mayor generación de niños que haya nacido jamás lo hará en esta década. Se esperaba que para el año 2000 cada 4 de diez habitantes de las ciudades tuviera menos de 18 años. Y se prevé que este número se incremente en 6 de cada diez para el 2025.

La incidencia de  VIH entre estos niños de las calles está creciendo. La crónica de Houston informó que dentro de los 121 niños mexicanos a los que se les hizo la prueba del VIH, cerca del 7% eran seropositivos. La agencia del sida del gobierno mexicano declaró que esos casos eran solo “la punta del iceberg” entre los dos millones de niños que se estima que están deambulando o viviendo en las calles de México.

Muchos dirigentes de organizaciones internacionales no gubernamentales de desarrollo y bienestar para la infancia ven el problema de los niños y niñas de la calle como un síntoma del gran desequilibrio en la distribución de recursos a nivel global. James Grant, quien fuese director ejecutivo de UNICEF, expuso: “Se pueden dibujar líneas de causalidad conectando a los niños y niñas de la calle con el sistema económico internacional que ha acelerado el empobrecimiento y retrasado el desarrollo en gran parte del Tercer Mundo”.

La Casa Alianza reconoce que la pobreza y el desequilibrio económico mundial generan y contribuyen al sufrimiento de los niños y niñas de la calle. La organización ha escogido orientar sus recursos en ofrecer a estos niños y niñas la opción de mejorar su vida  proporcionándoles un refugio donde acuden voluntariamente, servicios de rehabilitación, formación vocacional y ayuda legal.

Implementar estos refugios en  nuestro país  sería de gran ayuda. Casa Alianza también ha trabajado con Amnistía Internacional, la OMTC y otras organizaciones de derechos humanos y con individuos de todo el mundo que apoyan la causa de los niños y niñas de la calle.

Los problemas administrativos y de restricciones financieras en las instituciones estatales, la ausencia de un sistema adecuado de beneficios sociales, la falta de calidad y de recursos materiales del sistema educativo, la opinión pública que tiene una imagen negativa de los niños de la calle (como si éstos tuviesen la culpa de su situación).

Hay que actuar en consonancia con lo que plantea la Declaración de los Derechos del Niño establecidos por las Naciones Unidas, especialmente con su principio fundamental  que dice: “los niños y sus intereses deben ser prioritarios en buenos y malos tiempos, en pobreza y la prosperidad, en la guerra y la paz” (Bellamy, 1998, página 1).

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