Oye multitud
Por amor entregó su Hijo Único

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Dios ha hecho lo más grande que podamos concebir por nuestro bien. Entonces, ¿proveerá Él todas las otras bendiciones que necesitamos?

El apóstol Pablo se goza en razonar de lo más grande a lo más pequeño en Romanos 8:32. “El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dara también con el todas las cosas?

“Él que aun a su propio hijo no perdono”.

Dios dio lo mejor por nosotros aun cuando éramos pecadores (Romanos 5:8).

Dios, el Padre, es  quien dio a Su Hijo por los pecadores. “Su propio Hijo”, significa que no existe ninguna otra persona en esta misma afinidad para el Padre. Jesús, “a su Padre llamaba Dios, haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18).

Dios tiene muchos hijos por adopción. Pero la Escritura no permite que exista confusión para significar entre la filiación del engendrado y la filiación de los adoptados. Jesús es el hijo legítimo propio del Padre como opuesto a un hijo adoptado tal como sucede con los creyentes. No existe ninguna persona que esté en tan alta afinidad para Dios Padre, como su Hijo Jesucristo.

Ningún otro, sino el único engendrado es el Hijo propio del Padre, y esto es así porque existe una filiación incomparable e indecible y eterna.

Dios Padre no eximió los sufrimientos impuestos ni en su propio Hijo. Él no impidió ni tan solo un poco los sufrimientos, pero impuso el castigo completo de juicio en su amado y único Hijo.

Dios no impidió a su Hijo que sufriera la muerte como sustituto de nuestros pecados. Él cumplió su palabra dada por Isaías 53.

“Jesús pagó el rescate por todos nosotros”, Cristo fue hecho pecado por nosotros (2 Cor. 5:21), y él llegó a ser maldición por nosotros (Gal. 3:13). El Padre rescató al Salvador a la condenación y al abandono por la ley. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Nada fue eximido en el castigo dado a Cristo. La ira de Dios fue agotada sobre Él. Dios rescató a Cristo por todos nosotros.

Esto era sólo porque el Hijo era el asunto de una relación o índole única y el objeto del amor incomparable que el podía ser rescatado de la condenación, la cual Él soportó y terminó. Él fue crucificado y muerto.”

¿Quién redimió a Jesús del juicio de Dios? Fue el Padre (Hechos 2:23-24). No fueron los ejércitos de las tinieblas”, Judas o Pilato, o los líderes judíos, sino su propio Padre. El Padre le redimió de la “condenación ejecutada con las sanciones de justicia insistente.”

¿Por quién fue que Jesús murió? El apóstol dice, “por todos nosotros”. Fue una muerte sustituta. Por nosotros fue que Jesús fue redimido. El debate en este pasaje dice: “Aquellos versos precedentes, expresamente identificados como el que antes conoció, predestinó, llamó, justificó y glorificó.”

“Ellos son los escogidos de Dios, aquellos en nombre de quienes Dios hace intercesión, aquellos que nunca pueden ser separados del amor de Cristo. Cristo fue redimido “por todos nosotros”.

En el mismo tiempo no existe ninguna restricción y exclusión de ti en esta condición. Nuestro sustituto murió por nosotros e hizo expiación por nuestros pecados. Solamente en el creyente la expiación llega a ser personalmente efectiva”.

Ya que Dios ha tomado cuidado de nuestra mayor necesidad, ¿podemos nosotros no depender en Él para tomar cuidado de nuestras pocas necesidades? Él no dejará de hacer lo que es menos.

Nosotros podemos depender en Él para tomar cuidado de todo lo que es necesario para nuestra salvación. Ya que Dios nos dio a su Hijo para cubrir todos nuestros pecados, no existe nada que Él no cause a que todo ayude para bien nuestro y Su gloria.

¿Cómo puede Él también darnos gratuitamente todas las cosas? Dios nos salvó por Su gracia, y Él continua sustentándonos por Su gracia. Él nos da gratuitamente su gracia.

Todo lo necesitado en asegurar nuestra glorificación será gratuitamente y completamente otorgado en la gracia de Dios.

¿Cómo puede Dios posiblemente fallar para glorificar al creyente quien ha sido justificado por fe cuando Él ya ha dado como inexplicable e incomparable regalo a su único Hijo? ¡Cristo es Dios!

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