Oyendo radio

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POR EDGAR REYES TEJEDA
Hoy domingo de Resurrección concluye la Semana Santa; los que han elegido aprovecharla para la reflexión, para la profundización en su fe y espiritualidad, y han acudido a las diversas liturgias religiosas buscando un más estrecho vínculo con Dios y su palabra; así como los que decidieron viajar a la playa, a las montañas o a sus comunidades de origen buscando unos, el esplendor tropical del sol y la arena, otros la proximidad a la naturaleza y sus múltiples maravillas y los demás al emotivo y sereno encuentro con familiares y amigos de la infancia frecuentemente añorados, retornan mañana relajados y renovados o disgustados o estragados al fragor de la rutina cotidiana.

Tengo la esperanza de que la mayoría haya seguido los numerosos consejos que a través de la radio y la televisión estuvieron emitiendo desde 15 ó 20 días antes de la Semana Mayor las distintas instituciones de socorro y prevención del Estado reunidas en el Consejo Nacional de Emergencia, al igual que diferentes empresas privadas que suelen elaborar y difundir en esta época mensajes publicitarios en que se invita a la prudencia y la moderación en el tránsito por carretera y en la ingestión alcohólica, también espero que hayan quedado satisfechos y complacidos con las diversas programaciones especiales que en virtud de este feriado emitieron distintas emisoras, y encontrado información precisa, orientación adecuada y mensajes útiles y necesarios en las dos, tres o cuatro cadenas radiales que en estas celebraciones se disputan la radioaudiencia nacional.

Ojalá que en la actual Semana Santa haya habido cierta innovación y creatividad en el contenido de estos mensajes preventivos o de orientación y que el montón de corresponsales esparcidos en todo el país, incluso en localidades que no son destino de turismo interno, hayan servido informaciones interesantes, valiosas y oportunas y que se haya reducido en este aspecto la multitud de noticias intrascendentes, como que en tal lugar amaneció soleado o en tal otro los bañistas disfrutan alegremente de las cristalinas aguas de cualquier playa o río.

Huyendo precisamente de este tipo de transmisiones previsibles y repetitivas, opté por no escuchar radio en Semana Santa, y en cambio me he dedicado a leer, puesto que tampoco en la televisión hay mucho que buscar, ya que aparte de las viejas películas cuya banda sonora dejaba oír de fondo un sonido de aceite hirviendo, las largas prédicas de televangelistas o panelistas religiosos, me dejan por lo regular exhausto.

Aquellos que al igual que quien escribe eligieron llenar estos contradictorios pasados días disfrutando de una buena lectura, habrán podido toparse con una historia trepidante y estremecedora como la que cuenta Truman Capote (de moda por cierto, en los últimos días por la película que cuenta la historia de su vida) en A Sangre Fría; redescubrir los laberintos y el asombro en la poesía de Borges o mantenerse en ascuas ante uno de los relatos de suspense de Mary Higgins Clark; así me ocurrió a mí y no me arrepiento.

valdemar70@hotmail.com

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