Hoy 
EDGAR REYES TEJEDA
A propósito de esta IX entrega de la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2006, iniciada espléndidamente, con pre show de alfombra de letras incluido, la noche del lunes pasado, quiero recomendarles la lectura del libro «Mis días de radio», de la veterana actriz y locutora española Juana Ginzo y su compatriota, el investigador radiofónico Luis Rodríguez Olivares; una verdadera joya literaria en la que se recoge con detalle, pasión y estupenda documentación la época del decenio de los 50 en la radio de España.
El texto está expuesto de manera narrativa, con el añadido de intimidad, credibilidad y verosimilitud que confiere el narrador en primera persona, quien cuenta sus vivencias desde que comenzó por obra del azar su carrera en ese medio, que aunque había iniciado transmisiones regulares en diversos países del mundo 25 años atrás, incluido la Madre Patria, carecía hasta entonces de las prácticas técnicas, profesionales e intelectuales en la España franquista, refractaria a cualquier apertura de novedad y progreso procedentes del extranjero.
Por este libro desfilan las principales personalidades artísticas, técnicas y profesionales que cimentaron la diversa, múltiple y moderna radiofonía hispana de la actualidad; se relatan de manera pormenorizada las invenciones técnicas de carácter artesanal y los experimentos realizados por los precursores de este fascinante medio, por descubrir e incorporar al lenguaje radial recursos sonoros, que aunque hoy han sido trascendidos por las maravillas tecnológicas disponibles, en aquel entonces eran maravillosas hazañas que estimulaban, a veces hasta el paroxismo, la imaginación y las emociones del radioyente, que recluidos en la obligada privacidad de sus hogares evadía la opresiva y tiránica realidad impuesta por la dictadura fascista, sumergiéndose en las historias dramáticas, sublimes, electrizantes o épicas que voces de gran calidad, pese a tratarse de artistas bisoños, les entregaban en los radiodramas, seriales radiofónicos, biografías dramatizadas o conciertos de música popular o clásica interpretados en vivo desde las propias cabinas.
Leer este magnífico libro será una experiencia deleitosa, instructiva y emocionante, sobre todo a los aficionados, apasionados o a profesionales de la radio, quienes encontrarán en el un trozo excitante y enriquecedor de la historia de este medio sonoro, mientras que los lectores en general disfrutarán con fruición de una narrativa fluida, de una prosa impecable y de un relato de factura cualitativamente relevante, no sólo de la atmósfera imperante durante el último lustro de los años 40 y del decenio de los 50 bajo la España sojuzgada por la voluntad omnímoda de Francisco Franco, con toda su carga de anacronismo, religiosidad impuesta e hipócrita y paranoia colectiva, sino también referencias culturales interesantes y de gran valor en torno a acontecimientos fundamentales en la geopolítica de finales de la Segunda Guerra Mundial y su consiguiente ajedrez estratégico de reparto de territorios del mundo entre las dos grandes potencias de entonces, signadas por las radicalmente contrapuestas ideologías capitalista y comunista.
En fin, esmérense en hallar «Mis días de Radio»: la España de los 50 a través de las ondas editada por Temas de Hoy, Madrid, en el 2004; estoy seguro que me agradecerán la recomendación.
