Pacheco vendiendo humo

Pacheco vendiendo humo

MANUEL A. FERMÍN
En tiempos como los de ahora, cuando el pueblo dominicano, y específicamente el Distrito Nacional ha logrado zafarse del perredeísmo, aparece la figura del diputado Pacheco ofreciéndole a la ciudadanía capitaleña otra promesa de gobierno distrital cargado con un quijotismo de trabajar 24 horas, recoger una basura acumulada que no existe, controlar la delincuencia que no es tarea del Ayuntamiento, y como encadenando su propuesta a la absurdidad, también iluminará la ciudad, sin tener control del sistema eléctrico. De antemano, de conseguir el favor del voto, su gestión estaría predestinada al infortunio como las demás gestiones del partido blanco, no hay dudas.

Deslumbrado por tener a su discrecionalidad todo un presupuesto en la presidencia de la Cámara de Diputados, que le permite lucir en algunos medios de comunicación una vocación asistencialista, nos desborda la racionalidad con una prédica huera; percibe uno que anda metiendo gato por liebre, vendiendo humo, como es el PRD, en constante fraude, que al final se trasforma en el fermento de la anarquía y del retroceso para una ciudad que vive superando las tareas que la catapultan a la verdadera capitalidad.

La ciudad de Santo Domingo no carece de un archivo organizado del desorden creado a través de las administraciones perredeístas que acumulan una sarta de errores que marcaron todo un rumbo equivocado en la dirección del Distrito. La recogida de la basura fue un caos, áreas verdes degradadas, vendidas y obsequiadas; millones de metros cuadrados negociados entre amigos y prosélitos desaparecieron del patrimonio municipal. El señor Pacheco, consciente como está de esta agresión, quiere darnos a entender que el PRD está al margen de su candidatura. Sin embargo, él está poderosamente unido por intereses personales y de solidaridad partidaria a una constante: claudicar ante el mal gobierno, nacional o local. Inclusive, la división política del Distrito Nacional, aunque favorable para los munícipes metropolitanos que vieron extirparle el “cinturón de los bateyes” que va desde Caballona hasta Boca Chica, motivada y ejecutada por el perredeísmo para tener un control jurisdiccional de varios cabildos, sobre la base de la descentralización municipal, de nada ha servido porque ha resultado en un entramado parasitario, en mayor corrupción, desviación del gasto, menor rendición de cuentas y la voracidad latente de más presupuesto, creando un creciente aislamiento y socavamiento del desarrollo.

Los antecedentes nos muestran que no hay espacio para que una candidatura perredeísta, sustentada en la persona del señor Pacheco, llegue a ser competitiva. En las condiciones que está atendido el Santo Domingo metropolitano en este momento, sería difícil alcanzar una alta votación de una población hastiada  de las inconductas, de la incompetencia y del faccionalismo perturbador y permisivo.

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