Paciencia y perseverancia

Paciencia y perseverancia

Todos sabemos que educar  a los hijos no es una tarea nada fácil ni mucho menos, rápida. Educar a un hijo conlleva perseverancia, y sobre todo mucha paciencia.

Nos preguntamos muchas veces qué es lo más difícil de esta generación de niños que surge, la cual describimos como cada vez más fuerte. Y yo insisto, en que consiste, en saber distinguir el punto medio entre permisivo y autoritario. Años anteriores, era muy común educar de manera estrictamente autoritaria y hasta con golpes o pelas -como más se le conoce-, y quienes los vivieron dicen haber obtenido el mejor de los resultados en sus hijos, pero les aseguro que no por conciencia o por interiorizar los límites, sino única y exclusivamente porque hacían por miedo lo que sus padres esperaban que hiciera. Sin embargo, a pesar de todos los reproches de quienes no han optado por aceptar otro estilo de educación, los psicólogos lo que buscamos es enseñar que sin llegar a ser permisivos, existe en el soporte de la balanza, una solución mucho más factible para educar a nuestros hijos, y que les otorga esos valores imprescindibles para enfrentarse a estos nuevos tiempos. Ahora, por supuesto, esto conlleva sus sacrificios y una mayor  responsabilidad de los padres, para mantener firme su decisión de dedicarse por entero con paciencia y perseverancia a la educación de su hijo.

Gran parte del éxito de educar a tu hijo radica en la forma que tengas para hablar con él. El mejor de los trucos que existe y que convendría recordárnoslo a nosotros mismos a diario es hablar con el niño como hablarías con cualquier otra persona: respeto, claridad y buenas intenciones.

Para educar  a los hijos y no desesperarse demasiado, en muchas ocasiones solo hace falta poner interés y dedicarle tiempo. A la hora de comunicarnos con él/ella es conveniente, dejarle que se explique, no interrumpirle constantemente para corregirle errores, hacer comentarios adecuados mostrándole interés, ponernos en su situación y contemplar su punto de vista, así como dedicarle el suficiente tiempo y darle la importancia que se merece.

Sí, hay que repetirles las cosas una y otra vez para que acaben integrándose en sus rutinas. Pero tampoco hay que “perseguirles” y agobiarles, dales algo de margen. La insistencia junto a la paciencia son dos grandes aliados a la hora de educar a un hijo. Disfruta de las conversaciones y de las ocurrencias de tu hijo. No hagas que educar a tu hijo se convierta en una carga. Aprende a ver los pequeños detalles que le hacen único y que te sacarán más de una sonrisa. Recuerda lo bueno y déjaselo saber, no te fijes únicamente en sus errores.

Aunque es preciso recordar que hay que tener mucha paciencia con ciertas etapas de su desarrollo, como son la etapa del “no”, la etapa de las rabietas, la pre-adolescencia y la adolescencia.

Cuando se educa a un niño con mucho afecto y cariño, es sencillo ser perseverante y paciente. No es conveniente desesperarse y gritarle o reprimirle físicamente, lo mejor es hablarle con tranquilidad y explicarle que se puede aprender de los errores y los fracasos.

Recuérdate cada mañana que educar a tu hijo es una tarea para siempre, que precisa de mucha paciencia, cariño, perseverancia, pero que reporta unos beneficios y una satisfacción incalculables.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas