El nivel de hostilidad impreso por la dirigencia del Colegio Médico Dominicano a unas demandas laborales, cuya justeza la sociedad no cuestionaría, ya implica excesivos daños económicos por negación del derecho a la salud a los afiliados y sus dependientes obligados a pagos extras en sedes de consultas que ahora se llenan de almas en pena porque la mayoría de los «protegidos» por el sistema son de bajos ingresos. Inferiores por lo general a los de médicos a los que en situación normal se les tolera el cobro discrecional de copagos por sus servicios, una carga complementaria que resulta, hoy por hoy, uno de los factores encarecedores del acceso social a la atención sanitaria que el CMD dice defender.
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Se reprocha la insensibilidad de que lleven su campaña sindical por más ganancias al modo de guerra sin cuartel cerrando con drasticidad las puertas por las que deben entrar aquellos hombres, mujeres y niños que enferman a veces de gravedad y con riesgos para la vida.
En el decálogo de comportamientos recomendado por la Asociación Médica Mundial (WWA) para el ejercicio de una profesión de excepcional compromiso humanitario se llega al encuentro con el punto cuatro que dice: «El médico debe dedicarse a proporcionar un servicio competente con plena independencia profesional y moral con compasión y respeto por la dignidad humana».
La inflexibilidad discursiva de la dirigencia colegiada impide avanzar hacia soluciones.