Las precariedades propias de los hospitales públicos van más allá de la falta de medicamentos, equipos y material gastable, pues también toca el trato humano que deben recibir los pacientes.
Si pido una información me hablan mal, aquí nadie sabe de nada y los médicos ni le miran la cara a una, dijo Mili Domínguez, una paciente que buscaba atención en el hospital Luis Eduardo Aybar, en Santo Domingo, y que ni siquiera fue tocada por los médicos que la revisaron.
Ese es solo el inicio de las penurias que pasan los enfermos que buscan una consulta o cualquier otro servicio en un hospital público. Un día cualquiera se ven pasillos repletos de personas cuya larga espera les resulta tediosa; algunas enfermeras tiran la puerta del consultorio en la cara de los pacientes, y ciertos médicos llegan al hospital a cualquier hora. Reyes Guzmán, Iris Ramos, Mili Domínguez y Joel Cuevas hablaron para Hoy de esos sinsabores y dijeron que solo por ser pobres malpasan en los hospitales.