PACIFIC / CARIBE DE RAÚL RECIO

PACIFIC / CARIBE DE RAÚL RECIO

No hay nada más erróneo que menospreciar el paisaje y considerarlo un género menor u obsoleto. Basta pensar en maestros nuestros ya contemporáneos, como Peña Defilló, Ada Balcácer, Cestero o García Cordero para deleitarse con aquellas imágenes luminosas, creativas y ecológicas, sean evocaciones citadinas o rurales, acuáticas o montañosas.

Aparte de que fue una primera identidad pictórica –regional y continental -, sigue siendo una fuente de inspiración e inventiva, tan necesaria como ilimitada en sus interpretaciones, susceptible de expresar todo con la máxima originalidad, también de transmitir poéticamente una nueva aproximación a la naturaleza.
En la exigente y generosa galería Lyle O’Reitzel Contemporáneo, entregada a la mejor plástica dominicana e internacional, la exposición de Raúl Recio, “Pacific/Caribe”, demuestra esta flamante y gratísima amplitud del género, tanto en propuestas como en dimensiones.

De Raúl Recio. Ni rebelde ni anárquico –¡aunque le complacía la etiqueta!-, sino artista cimero de la contemporaneidad dominicana desde hace más de veinte años, Raúl Recio está bien situado en la transvanguardia caribeña y reconocido internacionalmente.
Él suma neo-expresionismo y nuevo realismo, visiones oníricas, y mitologías personales, adhesión a la cultura popular y fuerte carga crítica.
Soltura formal extrema y coherencia conceptual incuestionable se alían en una iconografía singular, desbordante de virtuosismo y de signos. Su obra es un manifiesto en contra de la polución y la destrucción de la naturaleza, de este ambiente y vegetación tropical lujuriante que constela sus lienzos de manera lúdica y fascinante a la vez…
El artista, de paleta extensa y luminosa, usa también eficazmente la monocromía, multiplicando las tonalidades.
Ahora bien, la obra de Raúl Recio debe descifrarse, añadiendo a la primera impresión una plena apreciación de su complejidad estética e ideológica.
Su dominio de creador, comprende categorías bien definidas –la pintura, el dibujo, el grabado, más recientemente escultura y tercera dimensión-. Él las maneja discrecionalmente con igual éxito.
Exposición y pinturas. “Pacific / Caribe” deslumbra al visitante desde que entra, un prodigio frecuente en Lyle O’ Reitzel cuya museografía sabe colocar las piezas más impactantes en el sitial de la galería… y, luego, hace descubrir otras, más modestas en formato, aunque muy interesantes y representativas del expositor.
Este fenómeno sucede en la muestra de Raúl Recio, que incluye pinturas, dibujos y grabados, triunfando el tema del paisaje.
Las tres pinturas de mayor formato son espectaculares, provocando de inmediato una reacción, sensorial y sicológica, de deleite.
El lienzo “Ríos de Oro” (proviniendo aparentemente de una serie) es, simplemente, una obra maestra del paisajismo dominicano, y más allá… Ofrece una belleza lírica, desde su azul profundo… El agua se convierte en una constelación astral, y el espectador se siente inmerso en un edén reencontrado, por cierto muy distinto de los “Paraísos tropicales” , ¡otra época de Raúl Recio más agresiva en sus atractivos!
Nuestra percepción retiniana disfruta aquellos incontables puntos brillantes, aquellas gemas, que brotan en una fiesta de ritmos y de luces. El espacio pictórico cautiva, fluye, y finalmente se mueve como si fueran impresiones estroboscópicas.
Ambos “Tropical river con flow” – 3 y 4 -, verdeantes y solares, parecen situarse desde la altura, reinventando la caída del agua y brindando un cromatismo ardiente: es una paleta que multiplica la gama del color. Los toques pictóricos, ligeros y sustanciosos, instrumentan una aproximación nueva a la naturaleza, voluptuosa y espiritual a la vez.
Más solemne en estas pinturas, Raúl Recio conserva y desarrolla sin embargo su fantasía creadora incontenible… Nos preguntamos si aquellos triangulitos misteriosos, emergentes y oscuros no eran un guiño de ojo a las aletas de tiburones… que creemos recordar en obras anteriores.
Acuarelas, tintas y grabados. Raúl Recio es un gran dibujante y grabadista. No se ha olvidado que él ganó la entonces Bienal del Grabado de Puerto Rico, y que su gráfica figura en la colección del Banco Interamericano de Desarrollo.
En una pared del local, habitualmente dedicada a bocetos, vemos un “mosaico” de encantadores grabados, xilografías(¿?), que retoman el tema paisajístico, introducen la palma, el mar, la navegación. Más expresionistas, juegan con el contraste del blanco y negro. No están firmadas, ni numeradas. Son probablemente pruebas de artista.
Muy cerca están dos dibujos en blanco y negro, que retienen la atención y obligan a mirar dos veces: una característica para saborear la obra de Raúl Recio.
Obviamente, él disfruta el trazo y las maravillas de la línea. Proliferan objetos y sujetos, apretujados, comprimidos, partes de cuerpo, formas reconocibles siempre, aunque el conjunto preserva su misterio.
¿Uno de los mundos de Raúl, el virtuoso?
Y es a la salida cuando admiramos los “Últimos Manglares” –tinta y acuarela-.
El pintor magistral y ecologista cede, en su defensa de la naturaleza, el lugar al artista, travieso y de buen humor desde sus inicios. ¡Hermosas obras, fuertes y espontáneas, refinadas y sutiles! Dos impactan especialmente: los manglares donde se instala una mecedora cargada de libros, nos invitan a la lectura y a nuestra lectura de la obra. Y, sobre todo, “Manglares para el chapeo”, que obligan a descubrir cada detalle…. a reírnos ante este vertedero… de la seducción, con reloj, joyas, bebidas, regalos, música aun.
¡Ni los manglares se salvan! Raúl se recuerda de aquellos paraísos.
¡Gracias a Raúl Recio y a Lyle O’Reitzel por una exposición estupenda!

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