CIUDAD SAN PABLO, Filipinas. De pie en la parte de atrás de una camioneta, Manny Pacquiao saborea una ovación mientras reparte caramelos, camisetas y apretones de manos entre la muchedumbre. Para esta leyenda del boxeo, las senatoriales filipinas son su combate más sencillo. Nadie pone en duda en Filipinas su victoria en las elecciones del 9 de mayo, después de sus dos mandatos en la cámara baja del Parlamento, y sobre todo la inmensa popularidad de este deportista de origen humilde, uno de los mejores pagados del mundo,
Y él todavía menos.
Por eso se ha permitido el lujo de esperar hasta esta semana para lanzar la campaña, cuando otros ya llevan meses de mítines. Antes de concentrarse en la política, el octacampeón del mundo tenía que terminar con el cuadrilátero. Lo hizo por todo lo alto, ganando el 9 de abril en Las Vegas el último combate de su dilatada carrera contra el estadounidense Tim Bradley. Los sondeos muestran que Emmanuel «Manny» Pacquiao tiene prácticamente asegurado uno de los 12 puestos de senadores (sobre 24) que se disputan el 9 de mayo, lo que explica que no tenga que esforzarse por convencer a los escépticos. «Me siento feliz de hacer campaña. Hay tanta gente que me anima», declaró a la AFP.