PADRE ABRAHAM APOLINARIO
País debe trabajar junto a los haitianos

PADRE ABRAHAM APOLINARIO<BR><STRONG>País debe trabajar junto a los haitianos</STRONG>

POR GERMAN MARTE
El reverendo Abraham Apolinario, párroco de la Iglesia Santo Cura de Ars, consideró ayer que el país debe dejar de simular y trabajar junto a los haitianos que residen aquí, del mismo modo que los norteamericanos y los españoles trabajan con los dominicanos que viven en Estados Unidos y España.

“Somos dos naciones distintas, con culturas e idiomas diferentes, pero con un destino común”, sostuvo el religioso al participar como invitado en el Almuerzo Semanal de los Medios de Comunicación del Grupo Corripio, encuentro al que asistió junto al obispo emérito de Santo Domingo, Francisco José Arnaiz, y a Lorenzo Vargas, coordinador del Plan arquidiocesano de la Pastoral.

Consideró que los dominicanos tienen que dejar de simular con los haitianos, “este es un país que vive simulando con los haitianos. Los despreciamos, pero los empleamos. Los maltratamos y los deportamos”.

Apolinario subrayó que cada año el gobierno trae miles de obreros haitianos para trabajar en los campos de caña, a pesar de que en el país hay una gran cantidad de inmigrantes, y afirmó que la razón por la que traen nuevos braceros, es porque los que vienen son más vulnerables, no conocen el idioma, y no tienen el desenvolvimiento de los que ya están aquí, quienes son más “zorros”, “es igual que el dominicano que tienen 15 años en Nueva York, usted no lo engaña fácilmente”. Pero el (haitiano) que llega, el “congó” es más fácil de explotar y por eso se traen otros cada año, recalcó Apolinario.

Consideró que si se fuera más respetuoso de los haitianos se contratarían a los que están aquí, “¿Por qué traer 18 mil haitianos cada año? Se traen por eso”, porque se les explota más fácilmente, aseveró el sacerdote.

Resaltó que Haití es el segundo socio comercial del país, al punto de que hay fábrica que quebrarían si se corta el comercio con el vecino país.

Manifestó que el tema haitiano siempre será un polémico en el país, porque la República surgió de una separación de Haití, no obstante –estimó-  hay que armonizar las dos naciones “nos guste o no”.

Observó que siempre el Estado dominicano ha estado pagando la traída de miles de braceros haitianos a favor de familias y compañías privadas.

Dijo que durante mucho tiempo el gobierno trajo 18 mil braceros haitianos cada año para que la familia Vicini y el Central Romana tuvieran mano de obra barata sin problemas, mientras quien tenía el problema era el gobierno.

“Ese problema de los obreros haitianos va a seguir siendo un problema entre nosotros, como lo está haciendo ahora las manifestaciones latinas en Estados Unidos”.

Adujo que la responsabilidad de los padres y obispos es defender a quienes están mal, sean o no haitianos, sin importar dónde estén.

 

RESPALDO

AL OBISPO OZORIA

Desde el interior de la Iglesia Católica no se ha recibido ninguna queja en cuanto a la labor pastoral de monseñor Francisco Ozoria y por tanto respalda su trabajo a pesar de los ataques que le hacen sectores económicamente poderosos, afirmó el obispo emérito de Santo Domingo, monseñor Francisco José Arnaiz.

Tras recalcar que la opinión de la Iglesia sobre el obispo petromacorisano es positiva, Arnaiz dijo que monseñor Ozoria tiene defectos como todo el mundo, y enfrenta los inconvenientes propios de una diócesis nueva como la que encabeza, con problemas de bateyes.

El obispo emérito respondió en esos términos al ser consultado sobre la carta pública puesta a circular por algunos sectores de San Pedro de Macorís pidiendo el traslado de Ozoria y el padre Christopher Hartley, quien ha criticado duramente las condiciones de trabajo de los obreros cañeros en la región.

De todos modos, acotó Arnaiz, en el país no se puede hacer nada en cuanto a Ozoria, pues el que pone y quita a los obispos es el Sumo Pontífice, no la presión de la gente.

“La gente de San Pedro de Macorís y ese grupito que dice, que sea representativo o no, eso no es determinante para quitar o poner a un obispo. Así es que nosotros no tenemos ningún motivo para hacer ese cambio, ni a nosotros nos compete”, subrayó el obispo, quien considera más importante corregirse uno a si mismo que a los demás.

En alusión a quienes critican la actitud del obispo Ozoria, Arnaiz consideró que en lugar de juzgar la conducta ajena, quien lo hace primero debería ponerse la mano en el pecho y ver qué calidad tiene para hacerlo, “entonces a todos esos críticos les digo que se pongan la mano en el pecho y vean si su conducta no es bastante peor que la que ellos quieren condenar”.

Señaló que lo más importante no es cómo se dicen las cosas, sino lo que se dice, y en lugar de condenar modos y lugares se debe examinar si lo que se dice es verdad o mentira.

A su vez, los reverendos Lorenzo Vargas y Abraham Apolinario respaldaron la labor de Ozoria y resaltaron su capacidad y calidad humana.

Vargas indicó que la situación de pobreza en que vive la gente en los bateyes con quienes trabaja el padre Hartley y el obispo Ozoria es muy evidente “y la verdad es que cualquiera dice más de lo que ellos dicen”.

Significó que en esa zona hay grupos económicos tradicionales muy fuertes que creen que tienen que dominarlo todo, “y si no lo dominan todo pues ya uno es malo, pero monseñor Ozoria es un hombre entregado, generoso, abierto, y muchas de las cosas que se dicen en ese documento son mentiras”.

Consideró que San Pedro de Macorís es uno de los pueblos del país donde menos luce la discriminación racial, porque está formado por inmigrantes desde haitianos, puertorriqueños, cubanos, cocolos y árabes. Y de todos, los únicos que llegaron con dinero fueron los cubanos, para comprar los ingenios.

“Los haitianos son los más desprotegidos porque son pobres, molestan porque son pobres”.

Vargas dijo que muchos de los ricos de San Pedro de Macorís han hecho su fortuna en base a la explotación de los trabajadores haitianos, de manera que si hay un pueblo donde no luce esa discriminación es en San Pedro de Macorís.

Entretanto, el padre Apolinario consideró que en las críticas que se le hacen al obispo Ozoria hay cierta malicia y observó que en el documento en su contra se insinúa que tiene poca formación cuando la realidad es lo contrario.

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