El juez Jorge Reyes, padre de la joven Georgelina Reyes Abreu, presumiblemente asesinada por su ex profesor, afirmó que demostrará que el joven Marcos Vinicio Caamaño Pérez alojó en su casa a Gustavo Aurelio Vásquez Payán, a sabiendas de que habría cometido el crimen.
Reyes, magistrado de la Sexta Cámara Penal del Distrito Nacional, afirmó que está tan seguro de esto, que en su momento ofrecerá una rueda de prensa para demostrarlo, para que el país sepa, «de qué hecho fue que él (Caamaño Pérez) fue cómplice».
Manifestó que hay hechos que nadie podrá borrarlos y que «Caamaño le dio cobijo al profesor por 24 horas», en alusión a Vásquez Payán, quien luego fue asesinado en un poblado rural de Santiago.
Asimismo, negó que en la vagina de su hija encontrada muerta el pasado martes, en Mata Naranjo, San Cristóbal, apareciera una nota escrita, como publicó un medio de prensa, tras indicar que la información que tiene es que al ser su hija virgen y haber sido violada, era natural un sangrado, por lo que se le colocó un papel sanitario.
En cuanto a la almohada hallada junto al cadáver, el juez Reyes expresó que cree que esa evidencia la tiene la Policía.
Sostuvo que por la muerte de su hija hasta ahora solo se está querellando contra Caamaño Pérez, la persona que considera que participó en complicidad de una manera u otra.
Además de Caamaño Pérez, por este hecho está detenida la ex esposa del profesor, Josefina (Larry) viuda Vásquez, porque según Reyes, la mujer mantuvo comunicación con su ex marido en el transcurso del suceso, sin suministrar las informaciones a la Policía.
Aclaró que no se ha querellado contra los hermanos del profesor, ni contra su madre, porque no los considera cómplices en el crimen contra su hija.
Indicó que lamenta que parientes del profesor Vásquez Payán hayan estado detenidos, pero que la Policía tenía que hacerlo para investigarlos y aclarar ambas tragedias.
El juez Reyes dijo que el caso tiene que seguir investigándose hasta que se determinen todas aquellas personas que están implicadas de una manera o de otra.
Declaró que en cuanto a las versiones del hermano del profesor, Samuel Vásquez Payán, publicadas en el diario HOY, así como otras versiones sobre este crimen, en su momento, pero ya con todas las pruebas legales, «yo demostraré que en todas esas versiones se ha mentido, que se ha dicho lo que no es y yo lo voy a demostrar».
Expresó que ofrecerá una rueda de prensa conjuntamente con su abogado, para informar al país todo lo relacionado con las circunstancias de la muerte de su hija.
La joven Reyes Abreu residía junto a sus padres en la calle Samaná número 2, altos, en el sector Mejoramiento Social, de la capital.
De acuerdo con el juez Reyes, en el Hotel Cabaña Centro, de la avenida 27 de Febrero, donde su hija habría sido asesinada, se utilizó un zócalo que separa el piso de la pared, para golpearla en la cabeza y se le quebraron ambas muñecas.
A raíz del asesinato de la joven, hecho que consternó al sector donde nació, se explicó que su hermana Jorgelina, de 14 años, no para de llorar.
Asimismo, que en cuanto a la más pequeña, Nassiel, de 11 años, permanece en casa de una amiga cercana, porque se resiste a volver a la vivienda, en ausencia de hermana mayor.
Una coincidencia con la vida de la joven Reyes Abreu es que en el tercer curso del bachillerato que estudiaba en el Instituto Técnico Salesiano (ITESA), era el número 27 de la lista y fue encontrada muerta el pasado 27 de enero.
Otra coincidencia es que nació en la mañana de un jueves y fue sepultada a las 12:00 de otro día similar.
Proyectaba su vida
La joven Reyes Abreu programó su vida hasta los 30 años, edad en que, de acuerdo a lo escrito en uno de sus cuadernos de clase, quería estar felizmente casada, tener dos hijos, ser una profesional y poseer un bufete de abogados o una compañía de computadoras personales, venta y reparación de esos equipos.
En el cuaderno, que su padre mostró a redactores de HOY, la joven había escrito en este año, que al cumplir los 30, quería tener un estatus de clase media, contar con casa propia o estar pagándola.
Se visualizaba para entonces repartiendo su tiempo entre su familia, esposo, trabajo, amigos y ella misma, según consta en uno de los párrafos, «teniendo los principios morales que tengo ahora y reforzándolos».
Confiesa su temor de verse sola o infeliz y del dolor que le causaría no poder entender a sus amigas, así como tener problemas que no pueda resolverlos con su pareja y expresa su miedo a padecer de una enfermedad terminal, frustrarse por algo y a vivir una gran guerra.
Escribió también que no quería que se le muriera un ser querido, no sufrir, ni ver sufrir a alguien querido y planteó que a los 23 años, estaría dedicada a educarse y a su esposo.
Para este año, su meta era pasar de curso con un gran índice académico y ser feliz enteramente, «saber qué quiero y luchar por ello».
La joven realizó un ejercicio en su cuaderno por el que obtuvo diez de diez en calificación, en el que sus amigos la concebían como una persona audaz, sincera, inteligente, inquieta, alegre, dinámica, extraordinaria, de temperamento fuerte, cariñosa, simpática, solidaria, sincera, bonita, extrovertida, sociable, tierna, amable y generosa.
Empero, la joven Reyes Abreu completó el ejercicio expresando que se percibía como una persona insegura, sociable, tierna, orgullosa y amistosa.