Padre Jorge Bravo S. J Otro heraldo de Cristo

Padre Jorge Bravo S. J Otro heraldo de Cristo

POR HILDA STAFFELD DE MARTÍNEZ
Una ambivalencia de sentimientos me embarga al sentarme a escribir algo sobre el Padre Jorge Bravo, y digo algo porque realmente creo que no terminaría nunca. Dualidad de sentimientos, porque después de su partida nos invade un inmenso sentimiento de tristeza, a la vez arropado por un gozo espiritual, al saber que se ha ido a la Nueva Jerusalén, la Patria Celestial, al encuentro con el Padre, Jesús y María, guiado por el Espíritu Santo.

Como siervo fiel, supo transmitir la Palabra en nuestro país durante más de dos décadas, de los 52 años que ejerció como sacerdote, de manera tal que quienes tuvieran sus oídos, no solo abiertos a oírla, sino a escucharla, ésta quedaba grabada en bajo relieve en sus corazones.

Cuánto celo por las cosas de Dios. Con que discreción revisaba antes de revestirse de la vestidura sacerdotal, el altar, a ver si todo estaba en orden; la lectura, a ver si era la que correspondía al día, y aquel empeño de recordar a los lectores que la Palabra había que proclamarla.

Cómo olvidar que en sus homilías, al pronunciar esos divinos nombres de Jesús y María, quedaba Ud. como paralizado, enmudecido, y aquellas lágrimas que corrían por sus mejillas, lágrimas posiblemente de plenitud, de amor, de consuelo o… éxtasis. Como si hubiera hecho una simbiosis espiritual con ellos.

Nos enseñó que se podía ser un Anawin (Un pobre y humilde de Dios). Le gustaba vivir en el anonimato, lo que lo llevó a ser una transparencia de Jesús y un ejemplo de las bienaventuranzas. No existió en él, un rastro de un falso yo.

Aún en su lecho, durante dos años, aprovechaba para enriquecernos y nutrirnos, ya que además de ponernos a leerle La Palabra nos ponía las que llamamos las famosas “tareas”. Por ejemplo: “busquen en la Biblia las visitas que hizo Jesús, lean la segunda Carta de Pablo a los Corintios, la de los Filipenses” (que parecía su preferida). Nos decía: “Gozaos en el Señor… Regocijaos en el Señor siempre” Filp.( 3:1; 4:4) que de un modo u otro aparece 14 veces como alegraos o gozaos. Cuanta riqueza!.

Durante estos últimos meses de su enfermedad jamás se quejó, cuando se sentía tan débil de voz, tenía un poco de dificultad para transmitirnos sus mensajes, consejos o sentimientos, y ya consciente de sus limitaciones, sus únicas palabras para darnos a entender como se sentía, eran siempre una jaculatoria, Oh! Dios mío…. Oh! Dios mío… Oh! Dios mío. Estas expresiones decían más que un caudal de palabras.

Cuántas bendiciones para la Casa de la Anunciación y su comunidad “Siervos de Cristo Vivo” de haber tenido bajo su techo tantas bendiciones del Señor, la oportunidad de tener por tantos años dos Sacerdotes abnegados: el Padre Emiliano Tardiff quien fue su fundador y el Padre Jorge Bravo, que poseían diferentes carismas, dones que el Espíritu Santo se encargó de distribuir entre ambos de manera que llegaron a formar la mutual perfecta.

Padre Jorge, sabemos que descansa en Paz, y que las semillas que sembró seguirán produciendo abundantes cosechas y muchos frutos. Estamos seguras de que con su partida, o mejor dicho, con su Pascua lo tendremos para siempre intercediendo por nosotras, inseparablemente unido a la intercesión del Señor Resucitado y de María.

Cuánta bondad, cuánto amor, cuánta misericordia de parte de Dios y del Señor Jesús como hubiera dicho Usted.

Gracias Señor!

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