La “Sombra del viento” es una de las novelas de mayor consumo en España en estos momentos. En ella su autor, Carlos Ruiz Zafón, en un diálogo con un personaje llamado Fermín trata sobre la familia.

-¿Usted cree que yo podría llegar a ser padre?- pregunta Fermín.

Pero inmediatamente aclara lo que plantea.

-No quiero decir padre biológico… Me refiero a otro tipo de padre. Un buen padre, ya sabe usted.

-¿Un buen padre?- pregunta el autor, quien adopta el nombre de Daniel Sampere.

-Sí, como el suyo. Un hombre con cabeza, corazón y alma. Un hombre que sea capaz de escuchar, guiar y respetar a una criatura, y de no ahogar en ella sus propios defectos. Alguien a quien un hijo no sólo quiera por ser su padre, sino que lo admire por la persona que es. Alguien a quien quiera parecerse.

Llama profundamente la atención la intención de este Fermín, pues se trata de un hombre de mundo pero que, cansado ya de tanto divagar en los vicios y en la vida perdida, ahora decide formar un hogar de manera responsable.

Es claro que la resolución de este personaje contrasta mucho con la actitud de muchos hombres de hoy llamados padres. Las calles y la sociedad en general están llenas de hijos cuyo único mérito de sus progenitores fue solo traerlos al mundo.

Son seres indefensos que andan por ahí sin afecto y sin ningún tipo de orientación o ejemplo.

El abandono y la irresponsabilidad han marcado a muchos con una raíz de amargura que los convierte en seres violentos, sin visión de futuro y sin apego a buenos principios. En esta lista pueden ser incluidos, también, los padres que sustituyen la atención y la dedicación por la satisfacción s de puras cosas materiales.