Son muchas las concepciones sobre el término de creatividad, se han referido a que es un proceso, o que es la característica de un producto, o que es un determinado tipo de personalidad, entre otras definiciones; pero lo que está claro, según Stenberg y Lubart, es que la creatividad está relacionada con la generación de ideas que sean relativamente nuevas, apropiadas y de alta calidad. Es decir, se trata de producir respuestas novedosas y originales ante cualquier tipo de problema en todas las áreas de la humanidad, lo que no es tarea fácil y, por ello, requiere entrenamiento y desarrollo.
Con esto definimos, que la creatividad es la forma de expresarse uno mismo, usando la originalidad y la imaginación. Aunque erróneamente se ha llegado a entender que para ser creativo es necesario tener un talento innato, en realidad cada persona es capaz de ser creativa en un área concreta.
Para esto, es importante empezar cuanto antes a potenciar la creatividad de nuestros hijos, porque en los primeros momentos, meses y años de vida, cada contacto, cada movimiento y cada emoción supone una inmensa actividad eléctrica y química en el cerebro, ya que miles de millones de neuronas se están organizando en redes que establecen entre ellas billones de sinapsis. Por lo cual, el potenciar el desarrollo de la creatividad de los niños es esencial para ellos, ya que esta capacidad tan significativa les ayuda a expresarse por sí mismos, a desarrollar su pensamiento abstracto y, también, será primordial a la hora de resolver problemas y de relacionarse mejor con los demás a lo largo de toda su vida.
Por ello, es durante la etapa de educación infantil cuando se producen más cambios en los niños en todas las áreas: física, motora, cognitiva, lingüística, afectiva y social. Y por eso, es importante conocer el área en la cual se defiende mejor su niño y cuáles son sus habilidades, para fomentar el pensamiento creativo y las actividades más adecuadas.
Definitivamente los niños creativos requieren que sus padres también lo sean, que sepan jugar e imaginar y que no hagan una tragedia cuando algo se ensucia o se desordena. No hay dudas de que el juego creativo no se lleva bien con la obsesión por el orden y la limpieza cuando se trata de niños pequeños. Hay que encontrar un equilibrio entre los límites exigidos, como no pintar en las paredes ni en la ropa. Pero, tampoco podemos paralizarlos a base de prohibiciones y advertencias.
Nuestro papel es proporcionarles espacio, materiales, ocasión y tiempo para jugar y ejercer libremente su creatividad. Debemos animarles a improvisar, a encontrar finales diferentes para los cuentos e historias de siempre. Olvídate de libros y de manuales a seguir, relájate y pasa tiempo de calidad con tu hijo/a. Ponte a su altura, jueguen juntos, déjense llevar, improvisen. Recuerda que mientras más imaginativo seas, más creativo será tu pequeño.
Es importante proporcionarle nuevas experiencias, con documentales o excursiones donde tenga contacto con la naturaleza y pueda él mismo ser observador de primera mano. Y siempre mostrar interés por lo que hace, sobre todo hazle saber que está bien, para proporcionar confianza para que siga adelante, pero también enséñale los errores, para encontrar una solución alternativa a los problemas, y nunca olvides alabar las ideas creativas e inesperadas.