Elizabeth Martínez y Lorenzo Peña, una joven pareja de esposos de 27 y 29 años de edad, quienes unieron sus vidas hace dos años, el 26 de septiembre de 2018, nunca pensaron que al concebir a su primer bebé lo recibirían en medio de una temible pandemia, y menos de la magnitud de la covid-19, e impensable, que se contagiarían con el virus a un mes de nacer la criatura.
Diego Lorenzo, nombre de su primogénito, quien al inicio de la pandemia, en marzo, llevaba siete meses en el vientre de su madre, y llegó a este mundo en mayo, uno de los meses de mayor propagación de la pandemia.
Diego Lorenzo ya tiene cuatro meses, y es la felicidad, la luz de los ojos de sus padres, a pesar del calvario, momentos cargados de miedos, inseguridad, que tuvieron que vivir sus padres, primero por algunas complicaciones del embarazo y luego por las consecuencias del temido virus, del cual se contagiaron los tres, posteriormente.
Un embarazo de alto riesgo. Según nos cuenta Elizabeth, no fue nada fácil para ella convertirse en madre en medio de la actual crisis sanitaria que vive el país y el mundo, y más aún porque desde que se embarazó tuvo muchas dificultades.
Sin pandemia, ni ningún problema aparente, ser madre por primera vez es de por sí una responsabilidad que trae consigo un sin número de dudas, incertidumbre y ansiedad, lo que sin duda se intensifica mucho más en presencia de un riesgo o peligro como lo es la COVID-19.
“Desde las primeras semanas de mi embarazo, este fue complicado. Primero el bebé se estaba formando muy bajo en mi vientre, y luego tenía amenaza de parto prematuro. Mi embarazo fue licencia tras licencia”, relata la joven periodista Elizabeth Martínez, quien laboró como reportera para ¡Vivir!
Explica que sumado a todo lo anterior, al cumplir los siete meses de embarazo ¡Oh, sorpresa! Llegó la temida pandemia del coronavirus. “Mi vida se vio arropada por el temor de contagiarme y transmitirlo a mi bebé. Desde el 16 de marzo, en el trabajo me dieron licencia administrativa como personal vulnerable ante el COVID-19. Yo no quería ni siquiera ir a mis citas médicas, las cuales eran bastante recurrentes por lo complicado de mi embarazo”.
“Me atendía en el Centro Médico UCE, con el doctor Frank J. Sánchez Ariza, quien en todo momento fue mi conforte ante mi terror de contraer el virus. Siempre me decía que no me preocupara, que a lo mejor en mayo (que era para cuando estaba pautada mi cesárea) ya no habría pandemia”.
Expresa que aunque las palabras del doctor la llenaban de esperanza, al ver que pasaban los días y aumentaban los casos de infectados y el número de defunciones, el temor se apoderaba de ella, se volvía incontrolable. “Sentía que los días se hacían interminables. Frecuentemente, buscaba noticias de casos del COVID-19 en embarazadas y bebés, y ¡qué dolor me provocaba cada vez que leía que una madre y su cría lo tenían o que ambos fallecieron a causa de este!”.
Cuenta Martínez, que además de su doctor, su familia fue un gran soporte. “Me animaban y me decían que Dios mediante, todo saldría bien, que tendría un parto exitoso y libre del virus.
La fecha de la cesárea llegó, y mi bebé, a quien nombramos Diego Lorenzo, nació el 20 de mayo en horas de la mañana, sano y fuerte. En la clínica, tomaron todas las medidas preventivas, estuve durante la cirugía y el postoperatorio con mascarilla, al igual que todo el personal médico y, además, no me permitían recibir visitas, solo podía amanecer un familiar conmigo; pasé una sola noche interna”.
Una vez de alta, cuenta Elizabeth: “Ya en casa, mi esposo y yo no recibíamos visitas. Solo salimos con el bebé a la primera cita con la pediatra Sandra D’Alemán, y debo resaltar que ella también toma todas las medidas preventivas contra el virus.
Pero cuando Diego Lorenzo cumplió sus primeras tres semanas, cuenta: “Mi esposo, que no estaba yendo al trabajo y solo salía al supermercado, empezó a presentar un intenso dolor de cuerpo, cabeza y pérdida de olfato. Tenía la esperanza de que fuese una gripe común, pero no fue así”.
A la semana de Lorenzo- presentar los síntomas, se hizo la prueba, para la cual fue muy difícil conseguir la cita, y al recibir los resultados, efectivamente, dio positivo a la COVID-19.
“Inmediatamente iniciamos los aprestos para realizarme la prueba junto a mi bebé.
Gracias a la pediatra, conseguimos un turno en Laboratorios Amadita y vinieron a la casa a hacernos la PCR por la vía nasal. Nadie puede imaginar cómo se me quebró el corazón al ver a mi bebé de menos un mes llorando desconsolado mientras le hacían esa prueba tan incómoda”.
Concluye Elizabeth la entrevista, afirmando: “Me siento tranquila al saber que mi familia y yo sobrepasamos esta situación. La satisfacción de ver a mi bebé creciendo saludable no tiene descripción. Le puedo decir a todas las embarazadas que no es fácil tener un bebé en tiempos de pandemia, pues hay muchas limitantes. Sin embargo, sé por mi propia experiencia que se puede salir adelante”.