Padres se niegan enviar sus niños a escuela deteriorada Invivienda

Padres se niegan enviar sus niños a escuela deteriorada Invivienda

POR MARIEN ARISTY CAPITAN
A una semana y media de iniciado el año escolar, los estudiantes de la “Escuela Presidente Antonio Guzmán Fernández”, de los Solares de Invivienda, municipio Santo Domingo Este, todavía no han podido sentarse frente a sus maestros, pues  las clases no han empezado ni empezarán para ellos porque sus padres rehúsan enviarlos al deteriorado espacio que tienen por plantel.

Así lo dijo ayer Crucito Morillo Sánchez, con dos hijos que estudian en la escuela ubicada en Villa Esfuerzo, cuyas palabras fueron las siguientes: “Los padres no vamos a mandar a los niños a la escuela porque no hay escuela”.

Decir que no hay escuela no es casual, ya que maestros y estudiantes sólo cuentan con tres aulas a medio construir que empezaron a ser levantadas por la gestión pasada del Ayuntamiento de Santo Domingo Este.

También cuentan con dos ranchetas de tablas y  planchas de zinc que en cualquier instante pueden caer sobre los pisos de tierra.

Tras sostener que no es difícil comprobar que la escuela está abandonada, Morillo Sánchez solicitó al presidente Leonel Fernández que interceda por la comunidad educativa y ordene que se termine la reconstrucción del plantel y que de lo contrario,  los niños no recibirán docencia.

 “Este año escolar está difícil para darlo. Los padres no podemos mandar a los niños porque lo que hay ahí es mucho sol. Debía de ponerse el gobierno en eso y tratar a ver qué hace con esa escuela de esta comunidad. Ya tenemos más de diez años pidiéndosela”.

Durante esos diez años son muchas las cosas que han sucedido puesto que la propia comunidad levantó la escuela en el año 1995.

Tres años después fue oficializada y gracias a ello, en la actualidad reciben los libros y el desayuno escolar que es lo único que les llega con normalidad,  puesto que ni siquiera tienen suficientes butacas.

En cuanto a la infraestructura escolar, hay que resaltar que el ex síndico Domingo Batista asumió el compromiso de reconstruir la escuela a finales del año 2005. Por ello, en marzo pasado demolieron dos de las cuatro ranchetas que funcionaban como escuela. Posteriormente, Batista dispuso que alquilaran un espacio para los docentes.  A pesar de que así se hizo, el nuevo espacio resultó pequeño para acoger a los 800 alumnos que el año pasado convergían en este plantel.

Por eso se vieron obligados a usar las dos ranchetas que quedaron en pie en el centro educativo.

Pero si las siete aulas alquiladas les resultaban pocas, ahora tienen un nuevo problema: sin importar las tristes condiciones en que está el espacio, el dueño dice que si no le duplican los RD$8,000 mensuales que cobra en la actualidad, cerrará cuatro de las aulas de las que disponen.

Discutir los términos de ese contrato, sin embargo, es un poco complicado puesto que es necesario hacerlo con Juan de los Santos, el actual síndico; o con las propias autoridades de Educación, quienes al ver el espacio podrían objetar las condiciones del propietario.

Es que el nuevo “plantel” no es más que una mejora a medio construir que se inunda en cuanto llueve.

“Ayer,  los maestros estaban sacando el agua con latas porque toda cae adentro”, se quejó Morillo Sánchez.

Por otro lado, María Marte, madre de tres niños de 8 a 12 años que asisten al centro, también manifestó que en el lugar no hay condiciones para los estudiantes.

 “No se pueden entrar ni siquiera gallinas dentro de esos galpones que hay ahí y menos estudiantes. El olor a humedad, a tabla podrida y a tierra húmeda está enfermando tanto a los maestros como a los estudiantes”.

Peor aún, añadió Marte, porque en el antiguo “plantel” no hay ni siquiera baños puesto que las asqueantes letrinas que había allí fueron demolidas.

“No hay condiciones aquí. No se puede dar clases porque no hay de nada. No hay dónde entrar a los estudiantes”, dijo Marte.

Ante las palabras de los padres, quienes se reunieron ayer en el plantel para reclamar que se haga la escuela, será evidente que los bloques que descansan sobre el piso de tierra se quedarán esperando por los estudiantes que suelen usarlos.  ¡Ojalá que la espera no sea demasiado larga!.

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