Paguemos los servicios ambientales del bosque

Paguemos los servicios ambientales del bosque

JOSÉ ENRIQUE BÁEZ UREÑA
A partir de las múltiples consecuencias negativas derivadas de la acelerada pérdida de la cobertura boscosa del mundo, la humanidad comenzó a darse cuenta que los bosques o ecosistemas forestales no sólo servían para proveernos de biomasa, energía y alimentos (madera, leña, frutos, carnes, etc.), sino que también nos ofrecen una diversidad de bienes y servicios ambientales, de carácter tangibles e intangibles fundamentales para garantizar la estabilidad general de la vida de la mayor parte de las especies existentes en el planeta, y de la del propio ser humano en particular.

Desde muy temprano sabemos que las plantas son los únicos seres vivos productores dentro de la cadena alimenticia.

El afán desmedido de acumulación de riqueza material a partir del uso irracional de los recursos naturales, ha provocado la desaparición de extensas superficies de bosques, lo que ha ocasionado graves trastornos en los procesos ecológicos esenciales, en la estabilidad climática del planeta, y en el desarrollo y evolución de la biodiversidad asociada a dichos ecosistemas.

La diversidad de servicios ambientales generados por los bosques son de considerable valor para toda la sociedad.

En la lista de bienes y servicios provistos por los ecosistemas forestales se destacan, entre otros, los siguientes:

* Retención, filtración y suministro de agua

* Regulación del ciclo del agua

* Regulación del clima

* Purificación del aire

* Albergue para la biodiversidad

* Absorción y transformación del CO2

* Insumos medicinales

* Belleza escénica

* Alimentos para el ser humano y animales

* Áreas de recreación y esparcimiento ecoturístico

* Producción de biomasa

* Producción de insumos energéticos

* Protección del suelo contra la erosión

* Protección de la franja costera

* Protección contra inundaciones

* Valores culturales y espirituales

Gran parte de estos servicios que ofrecen los bosques no representan gasto alguno para la sociedad, y sin embargo los ciudadanos(as) disfrutan – directa o indirectamente – de modo gratuito los mismos.

Pagar por los servicios ambientales que nos proveen los bosques significa entre otras cosas:

– Pagar por la descontaminación del planeta

– Pagar para detener y revertir el calentamiento global

– Pagar por la perpetuación del agua vital

– Pagar para salvar miles de especies en vía de extinción

– Pagar por la reducción de riesgos de inundaciones

– Pagar por el paisaje que disfrutamos

– Pagar por las aves que observamos

– Pagar por los animales que cazamos

– Pagar por el río en que nos bañamos

– Y ante todo, pagar para garantizar la base biológica de nuestra existencia.


Ahora bien, ¿Quiénes deben pagar por estos servicios? Considero que todos los seres humanos en capacidad de aportar, estamos en el deber y la obligación de pagar por estos invaluables servicios.

De alguna u otra forma todos somos usuarios y beneficiarios directos o indirectos de dichos servicios. Claro está, que no todos estamos en la condición de pagar por igual, ni sería justo que los que más destruyeron durante la acumulación originaria de capital y riqueza, y los que más consumen y contaminan hoy el planeta (que para el caso son los mismos) paguen igual que los demás.

El Protocolo de Kyoto, de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático aborda el pago de los servicios ambientales del bosque desde una perspectiva muy global y mercantilista, bajo la hegemonía de los que más consumen, contaminan y destruyen, en donde las reglas y procedimientos de los proyectos forestales son muy complejos y difícil de aplicar en beneficio de países como el nuestro.

En nuestro país a pesar de que «El Estado reconoce los servicios ambientales que ofrecen los distintos recursos naturales» según se consigna en el articulo 63 de la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (64 00), aún no funcionan los mecanismos de compensación correspondientes para el pago de los mismos.

Al margen de las limitaciones que impone el Protocolo de Kyoto a nuestro país, para optar por algún que otro beneficio por el pago de los servicios ambientales del bosque, es oportuno proponer la adopción de una política de estado para el pago de los mismos a nivel nacional.

En nuestro país, podríamos comenzar consignando una partida presupuestaria anual de no menos de 15 millones de dólares, y creando un organismo especializado, el cual elaboraría las pautas, normativas y acuerdos legales fundamentales para asegurar el pago de los servicios ambientales provistos por el bosque de manera integral.

Con esta pequeña inversión social – ambiental podríamos compensar a muchos propietarios de bosques y terrenos ubicados en los nacimientos de ríos, arroyos y otras fuentes acuíferas, para que los mismos se preserven como proveedores de todo el tinglado de servicios ambientales antes citados.

Esta podría ser la clave para salvar y restablecer los caudales de agua de nuestro país, al tiempo que garantizamos la perpetuación de la base biológica de nuestra existencia como nación y como especie.

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