País bajo tierra

País bajo tierra

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Arte rupestre y arte fotográfico

Aunque del arte rupestre aborigen de la República Dominicana se han hecho muchas fotografías, principalmente en las Cuevas del Pomier, de las Maravillas y otras muy conocidas, la exposición fotográfica que ha montado Daniel DuVall sobre el arte rupestre de nuestro país en el Museo del Hombre Dominicano tiene una particularidad: fueron fotos hechas con el puro objetivo fotográfico.

Es decir, los cientos de fotos tomadas por Daniel DuVall en unas siete de las cuevas localizadas en El Pomier, en la Cueva Hoyo de Sanabe, en la Cueva de las Maravillas y en varias cuevas más, no tenían el propósito de desarrollar ninguna investigación científica, arqueológica, rupestrológica o espeleológica. Fue un trabajo expresamente planificado y llevado a cabo con un propósito artístico, un objetivo estético, con una idea técnica de la fotografía dentro de las cavernas y de las pinturas dejadas sobre sus paredes por las culturas aborígenes que habitaron nuestra isla.

Viendo el trabajo de Daniel DuVall llama la atención lo que pudiera calificarse como una coincidencia de algunos propósitos entre los autores de las pinturas rupestres y los propósitos del artista fotógrafo.

Los autores de las pinturas –nuestros aborígenes, nuestros indios desaparecidos– si bien tuvieron un propósito práctico y espiritual con sus pinturas, también recurrieron a esos tres objetivos de Daniel DuVall: un propósito artístico, un objetivo estético y una técnica particular. Es decir, que aparte de la idea que tuvieron nuestros aborígenes con el uso de las pinturas rupestres para comunicar tradiciones, para instruir, para representar su historia y origen, para convocar a sus dioses, para representar espíritus, para ayudarse en el trance comunicativo con sus deidades y para materializar visualmente las situaciones que les impresionaron, nuestros aborígenes también debieron recurrir a un propósito artístico, un objetivo estético y una técnica.

Si no hubieran tenido un propósito artístico no hubieran recurrido al esmero estético que presentan sus pinturas. Y, naturalmente, para ello debieron también recurrir a técnicas que incluyeron desde la elección de determinadas superficies dentro de las cavernas, hasta la composición de las pinturas y emplastos utilizados. Como también, recurrieron al recurso de la luz para darle impresión a determinadas obras, como son los petroglifos.

Así mismo, Daniel DuVall ha recurrido al propósito artístico, al esmero estético y la técnica. También ha recurrido a la luz, aunque con muchas más ventajas.

Y al final, pues, tenemos en el trabajo de Daniel DuVall una excelente muestra fotográfica en blanco y negro –la verdadera fotografía– de una también excelente selección rupestre, reuniendo arte, estética y técnica para un aporte invaluable al conocimiento del arte parietal aborigen, lo que nos lleva, entonces sí, a lo científico y a lo didáctico, puesto que la muestra fotográfica de DuVall (en gran formato) nos permite acercarnos más a los detalles pictóricos que de otra manera pasarían desapercibidos para los estudiosos de la rupestrología.

Esta muestra fotográfica es además una demostración de que lo mejor es que cada quien haga lo que sabe hacer bien, sin querer invadir otros espacios o vestirse con ropajes ajenos. Daniel DuVall no ha querido ser arqueólogo ni rupestrólogo con su trabajo fotográfico. Es simplemente un buen artista de la fotografía.

Igualmente podrían serlo pintores y animadores turísticos. Es decir, si usted pinta bien, sea pintor y no quiera “pintarse” ser especialista rupestre. O si usted es animador turístico, hágalo bien y no quiera enfundarse en ropa científica.

La exposición de Daniel DuVall está abierta gratuitamente al público en el tercer piso del Museo del Hombre Dominicano.

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