País bajo tierra
8 de marzo: “de casta le viene al perro”

País bajo tierra <BR><STRONG>8 de marzo: “de casta le viene al perro”</STRONG>

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
En la isla Saona hay muchas cuevas. Pero no es de sus cuevas de lo que quiero escribir, sino del trato a una mujer dado por el conquistador que tomó propiedad de esa isla y de otros detalles colaterales de esos momentos.

Ocurrió que a finales del año 1493 circunnavegaban Cristóbal Colón y Miguel de Cúneo la isla Hispaniola tomando notas de sus características, cuando al llegar a la isla Adamanay (llamada hoy Saona) ocurrió lo siguiente, escrito por el propio De Cúneo. “Y así siguiendo la costa hacia nuestro campamento, encontramos una isla bellísima arriba de un cabo, no muy larga, la cual también yo fui el primero en descubrir, la cual mide cerca de 25 leguas a la redonda y también por mi amor a ella el señor Almirante le puso el nombre de Bella Saonese y me la dio como presente”… Y más adelante dice De Cúneo: “Sobre dicha isla erradiqué yerba y corté árboles y planté la Cruz y también la horca, y en el nombre de Dios la bauticé con el nombre de Bella Saonese, y bien se puede llamar bella, ya que ahí hay por encima de 37 caseríos, con por lo menos 30 mil almas; y todo esto lo anotó también en su libro dicho señor Almirante”.

O sea que al tipo, Colón le regaló la isla incluyendo los 30 mil indios que la habitaban. Y con todo y la presencia de 30 mil indios dice que “la descubrió”. Pero sigamos con el caso de la mujer.

Luego de un “enfrentamiento con indios caníbales” ocurrió lo que el mismo De Cúneo describe: “Tomamos dicha canoa con todos los hombres y un caníbal fue herido con una lanza y pensábamos que él estaba muerto; y dejándolo en el mar por muerto, lo vimos enseguida nadar; por ésto le agarramos y con el garfio lo tiramos sobre el borde de la nave, donde le cortamos la cabeza, para estar seguros. A los otros caníbales, junto con dichos esclavos los mandamos a España. Estando yo en la barca tomé una caníbal bellísima, la cual el señor Almirante me donó; la cual teniéndola yo en mi camarote, estando desnuda según sus costumbres, me vino el deseo de solazarme con ella, y queriendo poner en ejecución mi deseo, y ella no queriendo, me arañó talmente con las uñas que hubiera deseado no haber comenzado. Más viendo ésto, para decirle el final de todo, empuñé una cuerda y la amarré muy bien, de manera que lanzaba gritos inauditos que jamás hubiera creído oír. Finalmente estuvimos de acuerdo y de tal forma que le sé decir que en el hecho parecía amaestrada en la escuela de rameras”.

Es decir, que aparte de Amarrarla para poder poseerla sexualmente y seguramente golpearla para someterla, luego la tilda de ramera. ¿Porqué no me asombra el hecho de que los dominicanos acusen de prostitutas a las mujeres que los rechazan, y de prostitutas a las mujeres que los aceptan? ¿Es que nos viene de casta ese asunto, como “de casta le viene al perro”?

Otro pasajito narrado por De Cúneo y que menciona a las mujeres no puede dejar de ser citado (commemorando este pasado 8 de marzo). “Debiendo salir nuestras carabelas para España, con las cuales yo quería repatriarme, reunimos en nuestro campamento 1.600 personas entre machos y hembras de aquellos indios, de los cuales entre machos y hembras de los mejores, cargamos sobre dichas carabelas, el 17 de febrero de 1495, a 550 almas; del resto que quedó se hizo oferta de que quien los quisiera los tomara a su gusto, y así fue hecho. Y cuando cada uno fue abastecido, quedaron cerca de 400, a los cuales se les dio licencia para irse donde quisieran; entre los cuales habían muchas mujeres que tenían los hijos de pecho, las cuales para poder huir mejor de nosotros, teniendo miedo de que las volviésemos a coger dejando dichos hijos en el suelo a la ventura, se pusieron a huir como personas desesperadas; y tan lejos huyeron, que se distanciaron de nuestro campamento de La Isabela de entre siete y ocho días, más allá de las montañas y ríos grandísimos, de manera que ciertamente nunca se les podrá atrapar otra vez”. Y así iba la conquista.

Pero, ¿creen ustedes que la conquista terminó? Averigüen entre quiénes se están repartiendo los terrenos del Parque Nacional del Este y cuántos de ésos hay por ahí.

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