País Bajo Tierra
¡Alarmante lo de Hoyo de Sanabe!

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POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Discúlpenme que no dé seguimiento en este artículo a lo iniciado la semana pasada con el título de “Taínos por las calles dominicanas”. Eso continúa el sábado que viene. Ahora déjenme comunicarles esta situación en una de las cuevas más conspicuas en relación con nuestro arte rupestre: el Hoyo de Sanabe, en Maimón, Cotuí.

Esa cueva y sus manifestaciones rupestres, fueron reportadas por Manuel García Arévalo y Dato Pagán Perdomo en los años 70, y calificado su arte rupestre como de las expresiones gráficas indígenas más delicadas, hermosas y comunicativas.

Pues este fin de semana, el domingo 20 de agosto específicamente, un equipo del Espeleogrupo de Santo Domingo, compuesto por Rodolfo Batista, David Morera y Oswaldo Orsini, junto a las visitantes Primavera Abréu (mi hija) y Dulcina Abréu (mi sobrina), estuvieron en Hoyo de Sanabe como visita de rutina y para evaluar el potencial fotográfico de la cueva para una próxima exposición del Espeleogrupo.

Imaginen la sorpresa de un grupo conservacionista de cuevas y arte rupestre, cuando se encuentra la cueva llena de humo de keroseno (por los mecheros de botella en su interior), y con seis individuos cavando a pico y pala en ella buscando “caritas de indios” para venderle a los turistas.

Pero si solamente hubiera sido eso, poco hubiera sido. Los tipos les informaron que ellos habían estado “retocando” las pictografías con carbón para que “no se borraran”. No creo que ustedes se hagan la idea de la sorpresa que se llevaron los del Espeleogrupo con semejante afirmación de los modernos cuáqueros, principalmente David Morera, que es especialista en restauración de obras de arte.

Como todos sabemos, uno de los grandes problemas sociales de nuestro país es el desconocimiento, la falta de formación en cultura general que padece nuestra población. Pero si a eso añadimos el problema económico de la falta de empleo, ambos problemas se funden en una verdadera fuerza de destrucción cuando se habla de entorno natural y recursos culturales, como son nuestros bosques y nuestras cavernas y sus vestigios aborígenes.

El hecho del bárbaro escarbado dentro de una cueva como Hoyo de Sanabe en busca de “caritas de indios” para vender a los turistas nos retrata de cuerpo entero hasta dónde puede llegar nuestra gente en busca de algo para sobrevivir, por falta de empleo. Y el hecho del “retoque” de las pictografías –esperando que no hayan hecho demasiado daño– nos deja claro la falta de información que existe en nuestras escuelas, colegios y hasta en las mismas universidades.

En Hoyo de Sanabe solamente se habían practicado algunas excavaciones de sondeo arqueológico hace algunos años por un equipo puertorriqueño y dominicano. A diferencia de las cuevas costeras y cercanas a Santo Domingo: Cueva de las Maravillas, Cuevas del Pomier, Cuevas de Verón, Cueva del Abono, Cueva Seca y otras, en Hoyo de Sanabe no se había practicado la extracción de murcielaguina para uso agrícola, como en las ya mencionadas. De manera que conservaba su suelo casi intacto.

Pero la mayor preocupación nos invade al pensar en cuántas cuevas de esa zona: Guácaras de Comedero, Guácaras de Caballero, Guácaras de Hernando Alonzo y otras muchas cuevas de la zona, con abundante información rupestre y material arqueológico, pueden estar siendo saqueadas para la búsqueda de objetos para turistas. Lo que al final no es más que daño, pues el turista nunca va a pagar algo que pueda resolverle problemas a los saqueadores de fragmentos.

Hay dos cosas por hacer en este caso. Primero, alertar a la comisión formada por el Presidente Leonel Fernández, y compuesta por Manuel García Arévalo, Bernardo Vega, Fernando Pérez Memén, Max Puig y otras personas, para agilizar la puesta en valor de cuevas como Hoyo de Sanabe, igual como se hizo en Cueva de las Maravillas y se hace en Cuevas del Pomier, pues es la única manera de salvarlas del saqueo y la destrucción.

Segundo, lograr de las asociaciones ligadas al turismo: Asonahores, Romana-Bayahíbe, Costa Norte y otras, la coordinación para desestimular entre los turistas la compra de objetos indígenas, recurriendo a lo establecido por la UNESCO en relación con el tráfico ilegal del patrimonio cultural de los pueblos.

En este sentido se puede elaborar un afiche en varios idiomas alertando a los turistas a no comprar objetos y fragmentos de piezas indígenas, porque además resultan muchas veces engañados con falsificaciones.

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