País Bajo Tierra
Chacuey: monumento de la sinrazón

País Bajo Tierra <BR><STRONG>Chacuey: monumento de la sinrazón</STRONG>

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
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Nos preguntábamos en el artículo pasado, ¿cómo se transformó ese Monumento Megalítico de Chacuey en un monumento de la sinrazón?
Lo primero; para que un complejo estructural de tanto valor se haya transformado en lo que es hoy tienen que intervenir tres factores:

1) la ignorancia en torno a qué cosas son realmente valiosas para un pueblo, para un país o para una comunidad. 2) El desprecio por los hechos pasados (históricos o prehistóricos) y por sus expresiones culturales. 3) La intención de lucrarse a cualquier precio, obtener ganancias sin importar qué valores o propiedades colectivas se sacrifiquen.

Los dominicanos ignoran la idea del valor de las cosas grandes. Solamente tienen una idea del valor de las cosas pequeñas: de una planta eléctrica, de una radio, de un pantalón, de una botella de ron, etc. No conciben ni por asomo que una estructura indígena pueda ser manejada de tal manera que rinda beneficios para comprar todas las plantas eléctricas que necesiten todas las casas del pueblo, o todas las radios, o todos los pantalones y rones.

Para los dominicanos «lo que pasó, pasó». Si hubo guerra de independencia, no saben por qué fue; si hubo aborígenes, no saben porqué ya no están; si vinieron españoles, no saben porqué vinieron; si hubo construcciones indígenas, no saben porqué no están. Solo importa lo que se está por construir. Igualmente no saben porqué en otros países se protegen las construcciones antiguas.

A los dominicanos sólo les importa saber dónde es que van a beneficiarse, como sea, legal o ilegalmente; sea titulando falsamente una tierra, cobrando en el gobierno sin trabajar, sobrevaluando construcciones, revendiendo un carro robado, callando un asesinato, vendiendo electrodomésticos contrabandeados, formando una ONG o negociando armas, sin importar quién o qué se pierda.

Por ignorancia, a nadie le importa lo que ocurra con el sitio rupestre de Chacuey. Por desprecio, a nadie le interesa mantener la memoria de los 8 mil años de vida aborigen ni los dos millones de indios que habitaban en esta isla a finales del siglo XV.

Por ambición y avaricia han sido destruidos cientos de sitios arqueológicos y monumentos indígenas. El temor de perder “la contrata” hizo que se destruyera el Monumento Megalítico de Chacuey para construir una carretera más barata.

Pero por las tres cosas juntas tampoco autoridad alguna ha hecho nada por proteger el conjunto rupestre que queda de lo que fue ese monumento megalítico. Todo lo contrario. Cada vez son mayores los daños que se notan en las manifestaciones rupestres sobre las grandes rocas ígneas que les sirven de soporte dentro del río y en sus orillas.

Un ejemplo. Habiendo cientos de miles de rocas a lo largo del lecho del río Chacuey, la gente va a esas –las que tienen petroglifos- a poner sus nombres y estropear el legado indígena. En realidad, no conocen el valor del sitio, Pero tampoco ha existido quién se lo explique. Y aunque existía la Oficina de Patrimonio Nacional, ésta nunca se ocupó del sitio. Y aunque existe el Museo del Hombre Dominicano, aparte de un letrero que hubo por algunos años 80, tampoco se ha preparado un proyecto para su recuperación. Y aunque existe actualmente una Secretaría de Estado de Cultura, tampoco –que se sepa– hay plan alguno para Chacuey. Y aunque existe en el país el ICOMOS, ignoramos si se han percatado de la situación de Chacuey.

Ahora. ¿Qué puede hacerse por este sitio rupestre tan importante para la región caribeña? Eso lo trataremos en el próximo artículo.

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