PAIS BAJO TIERRA
«Yo me agarro hasta con los dientes»

PAIS BAJO TIERRA <BR>«Yo me agarro hasta con los dientes»

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Más de cien veces he oído decir a la gente esa frase: «Yo me agarro hasta con los dientes», para las situaciones más disímiles. La gente supuestamente «se agarra hasta con los dientes» de un empleo, de un bote en alta mar, de un marido o de una mujer, de una pared a medio pintar y la escalera trastabillando, de una excusa increíble y de una soga que cuelga de un barranco.

Hablando de espeleología y de descensos en cavernas verticales, mucha gente opina que en situaciones de riesgo mortal se agarrarían «hasta con los dientes» de una cuerda. Pero en realidad no es más que una frase. Solo algunos actores de circo pueden asirse con los dientes de una cuerda. Nadie se agarra con los dientes mientras cuelga el cuerpo, y mucho menos si tiene prótesis dentales.

Los que por razones de trabajo, ciencia o diversión recurrimos a cuerdas para descolgarnos por decenas o cientos de metros en una cueva vertical tenemos totalmente descartado semejante recurso. Para ello insistimos en el buen uso de las técnicas de progresión en cavernas: buena cuerda, equipo personal bueno y completo, suficiente luz, conocimiento de las técnicas de anclaje, cero presiones y nada de alcohol en la sangre.

Aparte de que el dominio de esas técnicas y el disfrute de la aventura bajo tierra nos llena de satisfacción, también nos llena de salud. Cosa esta de la salud que podemos comprobar al salir de las cavernas todos, completos, cada uno en una sola pieza y bien nutridos de arcilla, que hace mucho bien a la piel, dicho sea de paso.

Este tema sale a la luz en ocasión de un taller que el Espeleogrupo está dando a los miembros de más de un año en el Grupo, con alguna experiencia ya en cuevas verticales, que participan en las labores de progresión, y que se preparan para un curso de rescate en cavernas, posiblemente en este mismo año, en el que participarán miembros de otras organizaciones que también desarrollan actividades de riesgo y ocasionalmente de salvamento.

Al frente de las instrucciones teóricas y de parte de las prácticas está el espeleólogo mexicano Alfredo Roldán, quien pertenece al Espeleogrupo de Santo Domingo desde hace unos cuatro años y que figura en su directiva como Secretario General.

La actividad se desarrolla por el convencimiento general dentro del Grupo de la necesidad que existe de que todo el mundo maneje a la perfección las técnicas de progresión vertical, por una razón bien lógica: en ello nos va la vida. Y no por un asunto sólo de perderla, sino que pudiera ser definitivamente incómodo pasar el resto de ella renqueando o con una cara de idiota, sacando la lengua, virando un ojo y pidiendo un peso.

Tratando de evitar semejantes situaciones es que en muchas ocasiones hemos rechazado amablemente la participación de personas con «lentitud en el disco duro», con ambiciones «batmánicas» o con la seguridad de que ellos nacieron con toda la información ya incorporada «por default».

Lo ideal –aunque lo ideal no existe– sería que todos fuéramos lo suficientemente equilibrados como para manejarnos con toda la lógica posible. Pero si lo sometiéramos a votación entre la población normal del país, de seguro la mayoría votaría que entre nosotros, descolgándonos por abismos totalmente oscuros, entre animales extraños, a cientos de metros sobre el vacío y sin saber hacia dónde vamos, no puede haber nadie equilibrado. De manera que estaríamos democráticamente descartados como seres que puedan manejarse con un mínimo de lógica.

Por eso mejor no recurrimos a la democracia y preferimos decidir entre nosotros quién es equilibrado y quien no para seguir en estos esfuerzos espeleológicos que ahora incluyen más técnicas para asegurar la supervivencia de nuestra especie.

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