Pais bajo tierra
Nueva herramienta para la datación

<STRONG>Pais bajo tierra<BR></STRONG>Nueva herramienta para la datación

POR DOMINGO ABREU COLLADO
Una de las ciencias que componen el universo espeleológico es la  Paleontología, que es el estudio de las osamentas antiguas tanto de animales como de seres humanos. Estas osamentas, en gran parte, se presentan fósiles, es decir, de una antigüedad tal que su composición y textura se asemejan más a la roca caliza (en que suelen aparecer) que a material orgánico alguno. Pero son los fósiles los materiales más buscados en las cuevas tras la información del más remoto pasado, para luego de su hallazgo enfrentar entonces un dilema mayor: sus edades.

El fechado de fósiles ha planteado a la Paleontología numerosos problemas a lo largo de toda la historia de esta “ciencia de los huesos viejos”, debido principalmente a las dificultades e inexactitudes para colocar debidamente, cronológicamente, en cada espacio de tiempo pasado, las vidas y culturas que se encuentran en las investigaciones tras el pasado humano.

Pero si bien resulta relativamente problemático el fechamiento, más problemático resulta establecer las causas de los movimientos de los grupos antiguos durante su paso por las regiones que les vieron crecer como población.

Recientemente, investigadores del Instituto Científico Weizmann, de Israel, han descubierto una nueva fuente de ADN antiguo preservado en huesos fósiles, que pueden contribuir grandemente en las investigaciones paleontológicas en aspectos como son la evolución, la dinámica de población, las migraciones, las dietas y las enfermedades padecidas, tanto por animales como por seres humanos.

Los responsables del nuevo descubrimiento son los científicos Steve Weiner y Michal Salamon, del Departamento de Biología Estructural del Instituto Weizmann, quienes han estado trabajando en colaboración con los profesores Baruch Arensburg, de la Universidad de Tel Aviv, y Noreen Tuross, de la Universidad Harvard. Estos científicos han logrado incluso superar algunos problemas relacionados con la preservación del ADN antiguo para evitar su contaminación con ADN moderno, un escollo que hasta ahora había sido difícil de sortear, puesto que si el ADN fósil no es (o era) bien preservado, los resultados son imposibles de interpretar.

Según la publicación “Science Tips”, del Instituto Científico Weizmann, “fue en el año 1986 cuando el profesor Steve Weiner comunicó por primera vez la existencia de clusters de cristales en huesos frescos. Incluso cuando estos huesos son molidos y tratados con hipoclorito de sodio –sustancia que elimina todo rastro de materia orgánica- los clusters de cristales quedan intactos y el material orgánico implantado en ellos no resulta afectado”.

En muchas ocasiones ocurre que durante los procesos de investigación se llega a un punto donde resulta imposible continuar debido a circunstancias que pueden ser económicas, por insuficiencia de datos, por falta de personal, falta de materiales de estudio, o simplemente por involucramiento de los investigadores en otros procesos científicos que pueden considerarse más importantes.

Pero sean las causas que fueran, la investigación sobre el ADN en cristales estuvo detenida por 20 años, al final de los cuales fue retomada por los profesores Weiner y Salamon para darle seguimiento luego de que nuevas luces se encendieran en torno al ADN antiguo, dada su presencia en las estructuras cristalinas estudiadas 20 años antes.

“Al tratar dos huesos animales modernos y seis fósiles con hipoclorito de sodio –explica “Science Tips”- encontraron que se puede extraer ADN de la mayoría de estos agregados cristalinos, y que el ADN se conserva mejor y contiene fragmentos más largos que el ADN extraído de huesos molidos no tratados. La técnica para leer el ADN también funcionó mejor, y se llegó a la conclusión de que el uso del hipoclorito de sodio reduce la posibilidad de contaminación moderna”.

El secreto estaba en que los agregados cristalinos actúan como “un rincón privilegiado en el hueso fósil”, protegiendo al ADN contra ambientes hostiles y conservándolo relativamente indemne a lo largo del tiempo. Los resultados del equipo sugieren que el ADN preservado en estos agregados es preferible, en la medida de lo posible, antes que el ADN de huesos no tratados. La ventaja ahora para la paleontología (y para la Espeleología, naturalmente) es que este nuevo método de conservación permitirá obtener resultados más confiables y auténticos, ayudando con ello al descubrimiento de muchos de los misterios de nuestro pasado ancestral.

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