En un libro interesantísimo con el título de “Poética del Espacio”, Gastón Bachelard realiza un estudio fenomenológico de los espacios de la casa y objetos de uso doméstico, logrando una penetración psicológica y poética fascinante. El libro es breve, de muy bajo costo pero de excepcional valor para profesionales de la construcción y para cualquiera que desee entender y comprender el mundo de las construcciones, especialmente en los espacios en que cotidianamente uno se desenvuelve.
Los sociólogos y psicólogos del espacio han desarrollado muchas técnicas para diseñar los espacios habitables adecuados a las necesidades de los usuarios, no solo a los caprichos de un diseñador de dudoso talento artístico y precaria formación profesional. Los que están familiarizados con los grandes y recientes aportes de los cientistas sociales de la conducta espacio-ambiental, se llevan el chasco de que en las escuelas de ingeniería y de arquitectura no se estudian estas materias.
La sociología del espacio y la psicología ambiental permiten mejorar también, de manera significativa, los diseños y las conductas de las gentes en los espacios públicos, parques, áreas residenciales, y vías públicas para vehículos y peatones. El solo diseño de un área o una fachada puede reflejar seguridad, inspirar respeto y disuadir al los potenciales violadores e intrusos.
Recientemente, de visita en el país, un grupo de japoneses fueron muy elogiosos con nuestras bellezas naturales, pero llevaron la impresión de que este es un país de gentes violentas y deshonestas, según la gran cantidad de viviendas forradas de hiero en verjas, puertas y ventanales. Los sociólogos del espacio pueden medir el miedo de las gentes a partir de los diseños de las fachadas, puertas y cerraduras.
Hemos puesto tanta seguridad en nuestros hogares que a menudo tenemos emergencias de ancianos y niños atrapados por sus propias rejas. Tanto hemos ganado en cuanto a bienestar familiar debido a la obtención de aparatos y muebles, que tenemos que permanecer encerrados con ellos para que no nos los roben.
Como muchos además compran armas para defender sus pertenencias, los ladrones también se aseguran de llevar consigo las suyas.
Los aspectos de las viviendas dicen mucho acerca de sus dueños. Tanto si tienen un diseño y una apariencia decente u ostentosa, como si son de mal gusto y descuidadas.
Un profesor de apellido Zimbardo explicó que una ventana rota, que no se arregla pronto, está transmitiendo el mensaje de nadie cuida o de que la casa puede estar abandonada. Si una comunidad no se ocupa del ornato, y se va dejando algo de basura en las calles, prontamente la calle se llenará de basura, de hoyos, y luego de fruteros y frituras, y del tigueraje haciendo desorden y bulla en las esquinas y los colmadones.
Cuando no hacemos amigos en el vecindario y no formamos grupos de vecinos para velar por el orden y la seguridad, nos encerramos tras nuestras rejas, la vida de comunidad se pierde y cada cual vive aislado entre desconocidos.
En barrios así cualquier fuerza policial resulta poco efectiva.