BILBAO, España. AFP. Dos regiones del norte de España, el País Vasco y Galicia, votaban este domingo en unos comicios considerados como un test para el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, que hace frente a la crisis económica y a un auge de las tensiones independentistas.  

Bajo la lluvia, los electores vascos acudían a las urnas para los primeros comicios que se celebran en esta región sin la amenaza de atentados de la organización armada independentista ETA, pero en los que la situación económica pesa tanto como la normalización democrática.  

«Hay dos facetas que marcan estas elecciones, por una parte es la crisis y por otra parte que podemos votar todos», afirmaba Iñaki Arteaga, de 43 años, cerca de las urnas instaladas en el Instituto Miguel de Unamuno de Bilbao.  

«Lo democrático es que podamos votar todos, sin una tutela ni de ETA ni del Estado», se congratula.  

Responsable de la muerte de 829 personas en más de 40 años de lucha por la independencia de la región, la organización anunció el 20 de octubre de 2011 «el cese definitivo de su actividad armada». Aunque siga sin entregar las armas o disolverse, este paso ayudó a propulsar a sus ex representantes políticos.  

En este contexto, los nacionalistas moderados del PNV deberían llegar en primera posición pero sin mayoría absoluta, con entre 24 y 28 diputados de una cámara de 75, según los sondeos.  

Muy de cerca les seguirían los independentistas de EH Bildu, coalición en la que participan candidatos surgidos del ámbito de Batasuna -ex brazo político de ETA ilegalizado en España en 2003- y que obtendría entre 20 y 25 escaños.  

Cuatro horas después de la apertura de los colegios electorales a las 07H00 GMT, la participación en las elecciones vascas, a las que estaban llamados casi 1,8 millones de electores, era de 14,77%, por debajo del 17,14% registrado en los anteriores comicios regionales de 2009.  

«Todos tenemos esperanzas, pero a ver si algunos tienen buenos propósitos», dice otra electora en Bilbao, Elvira Saotua, de 60 años, lamentando el mal momento económico que vive la región pese a sortear la crisis mejor que el resto de España.   «¿La situación de los jóvenes? Los jóvenes cercanos, fatal, no tiene ninguno trabajo», afirma.  

Con 14,56%, el País Vasco es la región con menor tasa de desempleo de toda España, lejos de la media nacional de 24,63%. Sin embargo esta cifra se dispara al 44% entre la población de 16 a 24 años.  

Ante el auge del fervor independentista, que llevó a otra región, Cataluña, a reclamar un referéndum de autodeterminación, Rajoy debería encontrar consuelo en su tierra natal.  

En un momento en que España parece dirigirse hacia una petición de rescate y en un clima de creciente malestar por los recortes, Rajoy lanzó el viernes un llamamiento a la unidad de los españoles precisamente desde Galicia.  

Allí, los sondeos auguran una victoria de su Partido Popular (PP), que ya gobernaba esa comunidad autónoma con una ajustada mayoría absoluta de 38 escaños en una cámara de 75 diputados.  

Sin embargo, su resultado podría ser peor que en los últimos comicios gallegos si esta votación es utilizada por el electorado como un plebiscito de las políticas de austeridad.  

Tradicionalmente conservadora, Galicia, con un 21% de desempleo, no escapa a la profunda crisis económica que sacude a un país sumido en la recesión.  

A las 10H00 GMT, la participación en las elecciones gallegas era de 12,77% frente a 16,10% a la misma hora en 2009.  

Vascos y especialmente gallegos tienen buena parte de sus votantes fuera de sus fronteras, muchos de ellos afincados en América Latina.  

Así, cerca de 400.000 de los 2,7 millones de electores gallegos debían votar desde el extranjero, mientras que algo más de 56.500 electores vascos están censados fuera de España, principalmente en Francia, Argentina, Venezuela y México.  

También Cataluña celebrará elecciones regionales este otoño, después de que su presidente, el nacionalista Artur Mas, convocase comicios anticipados para el 25 de noviembre ante la negativa del ejecutivo de Rajoy a renegociar un sistema fiscal que la región considera como un lastre en estos momentos de crisis.