Palabra empeñada

Palabra empeñada

El resultado electoral provisional otorga al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) mayoría en el Congreso Nacional y los gobiernos municipales.

Su hegemonía, particularmente en el Congreso, le permitirá encaminar con mayor facilidad las iniciativas que estime convenientes para dar soporte al plan de Gobierno y para hacer transformaciones institucionales que considere esenciales para la buena marcha del país.

En un pasado reciente, el liderazgo peledeista insistió en lo perjudicial que resulta el que una organización llegue a tener “mayoría tiránica” en el Congreso y que se apoyara en esa fuerza para promover iniciativas propias no apegadas al interés nacional o que bloqueara las que provinieran del adversario político en el poder, aunque fuesen realmente necesarias para la nación.

– II –

No hay, hasta este momento, razón alguna que induzca a temer que el cambio de la correlación de fuerzas en el Congreso, a favor del partido en el Poder, pueda ser empleado, eventualmente, para acciones que han sido censuradas a otros por encajar, sin duda, en la categoría de interés particular o grupal.

Sin embargo, no es ocioso, y mucho menos prejuiciado, que recordemos en estos momentos que hay palabra comprometida en el sentido de que el dominio del Congreso será aprovechado para encaminar iniciativas en beneficio del interés nacional. En otras palabras, no se instalaría en las cámaras una “mayoría tiránica”, como la que tanto fuera criticada antes y durante la campaña electoral.

Al tocar este tema lo que pretendemos es estimular que el partido que ha ganado la mayoría en el Congreso se apegue a la palabra comprometida, para que la fuerza de dominio no llegue a constituirse en un elemento seductor que desvíe del discurso actual las acciones del mañana.

– III –

El país necesita desterrar del ámbito legislativo el tipo de conducta que ha caracterizado el ejercicio de la mayoría de los legisladores y los partidos a que éstos pertenecen, y que se ha caracterizado por actuaciones divorciadas del interés nacional.

En esta etapa de nuestra historia, es justo que nos esforcemos para modernizar y actualizar nuestra base legal, para que ésta esté en fase con los nuevos tiempos y pueda incluir las novedades que las prácticas modernas imponen.

Hay que desterrar del Congreso el voto alegre, irresponsable, apegado al interés particular con perjuicio para el interés nacional. No se puede continuar, por ejemplo, multiplicando la división del territorio nacional para acomodarla a los intereses particulares de los  partidos. Hacerlo ha constituido una de las conductas más censurables e irresponsables.

Hemos tomado la palabra a quienes ostentan ahora la mayoría en el Congreso para estimularles a motorizar ese cambio de conducta que tanto necesita nuestra patria.

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