Palabras de galleros; “palabras” de políticos 

Palabras de galleros; “palabras” de políticos 

Quizás muchos no lo sepan, pero entre galleros existen códigos no escritos que obligan a que las palabras empeñadas se respeten a cabalidad. Se realizan grandes apuestas sustentadas en compromisos verbales y todo se cumple.

Entre políticos, las cosas no funcionan igual. Veamos: 1- El señor presidente de la República y líder de su partido firma públicamente un acuerdo tendiente a la reforma de la Constitución con un dirigente de otro partido, devenido posteriormente en presidente del mismo, bajo el entendido de que el texto constitucional prohibiría la reelección presidencial.

 Al ser preguntado el primero sobre sus expectativas reeleccionistas responde: “El pueblo tendrá la última palabra”. Esto ocurre sólo meses después del acuerdo suscrito públicamente y de la promulgación de la Constitución que recoge dicho acuerdo.

2- Un partido impugna la candidatura de un aspirante a senador de una provincia de la región Oriental, bajo el argumento de que esta propuesta es contraria a la Constitución, obteniendo ganancia de causa. Al morir el senador electo, ese partido, por voz de su delegado ante la Junta Central Electoral, dice que no le importa que el otrora impugnado ocupe la curul dejada vacante, como si ya no contara el alegato constitucional antes esgrimido.

 3- El partido de la candidatura objetada por inconstitucional alega, por intermedio de uno de sus delegados ante la Junta Central,   que el objetado merece ocupar el puesto ya que los votos obtenidos por su padre, se justificaron en los méritos del hijo. Este delegado se cuidó de agregar: “Esto, al margen de los requisitos constitucionales”.

Como se ve, un compromiso de político no es igual que un compromiso de galleros.

En la gallera, el que violenta lo acordado, las pocas veces que ocurre, incurre en fullería o “cubo”. ¿Y entre políticos cómo se denomina?           

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